El Regimiento de Infantería de Montaña 26 es el responsable de organizar, dirigir y controlar a las cordadas militares que intentan la cima de volcán Lanín. Además esta unidad mantiene y opera un refugio de altura y tiene en apresto permanente su patrulla de rescate para socorrer a quien lo necesite, sea militar o civil.
Desde la hazaña independentista del general San Martín y su Ejército para atravesar la Cordillera de los Andes y dar la libertad a medio continente, el Ejército Argentino ha dejado huellas, sendas y rutas marcadas desde el Nevado de Chañi en Jujuy, hasta el cerro Vinciguerra en Tierra del Fuego.
La montaña no es un ser inerte, ya que cambia, se puede producir una avalancha, una repentina nevada, una tormenta o el siempre temido viento blanco que pueden poner en peligro una cordada.
Por ello es que desde hace años el Ejército Argentino alista, prepara e instruye patrullas de rescate que acompañan a las tropas en sus ascensiones y que están listas para socorrer a los civiles que se encuentren en peligro en la montaña.
Tal vez uno de los más emblemáticos sea el Volcán Lanín (3776 m.s.n.m.) en la provincia de Neuquén.
Esta inmensa mole de piedra y hielo está ubicada en la provincia de Neuquén, es una de las cimas más ansiadas por los deportistas y por las tropas de montaña de la Fuerza por las múltiples posibilidades y desafíos que entrega.
Montañeses de todo el mundo se acercan a intentar su cumbre. Es un hito en los Andes patagónicos, cuya figura perfecta de cono se recorta contra el horizonte y se distingue desde kilómetros de distancia. Es alcanzable, pero exigente, no da tregua, el ascenso es una subida abrupta permanente y el descenso esfuerza las piernas hasta lo último. Posee un clima velozmente cambiante y su ruta principal, la “canaleta”, no admite equivocaciones.
El refugio del Regimiento de Infantería de Montaña 26
Los
infantes y baqueanos de la Unidad son los responsables de operar el
único refugio de altura habitado en todo el volcán. Se encuentra a 2.300
m.s.n.m, está ocupado por dos hombres del regimiento, tiene capacidad
para 18 personas y recibe, en forma completamente gratuita, a cualquier
andinista que se acerca, no solo a las cordadas militares. Así, entre
noviembre y marzo, recibe entre 20 y 30 andinistas civiles por semana,
además de todas las cordadas de las unidades de la VIta Brigada de
Montaña.
El primer refugio se instaló a fines de la década de 1960, pero por peligro de derrumbe se prohibió su uso a inicios de la del 1990. En 1996 el regimiento recibió el actual refugio desarmado. Se transportó a brazo de hombre, por postas, durante 8 horas de marcha hasta su ubicación actual. Estaba dividido en cuatro partes rígidas y es usual escuchar las historias de esa marcha a los viejos soldados voluntarios de las primeras incorporaciones.
Actualmente, lo opera un suboficial subalterno y un soldado, que son relevados semanalmente. Cuenta con una hornalla a gas, dos paneles solares, luz de led y comunicación por VHF (very high frequency o de muy alta frecuencia) con el Parque Nacional Lanín y con el Regimiento de Infantería de Montaña 26 (RIM 26), en Junín de los Andes. Esta radio sirve de enlace para cualquier emergencia que suceda con algún andinista. A su vez posee equipos de andinismo y camillas preposicionadas en caso de necesitarse para alguna búsqueda y/o rescate. A principios de este año se instaló una carpa tipo domo para aumentar la capacidad de alojamiento y permitir un mejor descanso.
Patrulla de rescate
Además,
el RIM 26 mantiene alistada una patrulla de rescate, integrada por sus
hombres de mayor capacitación técnica y resistencia física, la cual
acude a solicitud de las autoridades del Parque Nacional Lanín. Esta
fracción perfectamente equipada para toda contingencia en montaña, tiene
un tiempo de alistamiento de dos horas fuera del horario de
actividades, y está compuesta por personal del arma de Infantería y de
la especialidad de baqueanos, exclusivamente. Además tiene los apoyos
correspondientes de conductores y personal de Sanidad.
La patrulla se compone de un pelotón de búsqueda y otro de rescate, que normalmente se turnan en el trabajo para regular el esfuerzo y el descanso, y mantener las actividades por un lapso de tiempo prolongado. Durante años participó en decenas de rescates en la montaña y en los bosques de la zona. El último fue en noviembre del año pasado, el cual exigió a la patrulla en los tiempos de alistamiento, en su resistencia al cansancio y en su capacidad para orientarse en medio de una tormenta de nieve. El final no fue el esperado, pero el cuerpo del andinista pudo ser recuperado. En esta labor se trabaja en conjunto con otros organismos civiles y Fuerzas de Seguridad.
A su vez el regimiento dicta un cursillo de Patrullas de Rescate donde se forma al personal de cuadros de todas las unidades de la VIta Brigada de Montaña.
Conocedores del volcán
El
RIM 26 recibe, supervisa, aloja y guía a todas las cordadas militares
que intentan la cumbre. Al finalizar el período estival, normalmente
suma cerca de 15 cumbres entre cordadas propias y otras guiadas. En
algunos casos, sus baqueanos más antiguos cuentan con más de 60 cumbres.
La expedición militar normal exige pasar primero por el cuartel de la Unidad, donde se realizan los controles de rigor y se puede completar equipo en la sala de montaña. Luego se debe marchar en vehículo una hora y media hasta el puesto de guardaparques “Tromen” del Parque Nacional Lanín.
Allí debe inscribirse el personal que va a intentar la cumbre. Luego de marchar 5 kilómetros entre bosques de araucarias, coihues y lengas se comienza a subir la Espina de Pescado, una huella recta característica en la ruta.
Después de tres horas entre caracoles de caminos, se alcanza el refugio RIM 26 de color naranja, con la bandera argentina siempre flameando y la hospitalidad de los hombres del Ejército, que reciben y asisten tanto a militares como civiles. Allí se cena y se descansa muy temprano porque a las 3 de la madrugada, se inicia el ascenso. Y a partir de ahí ya es materia conocida para el montañés: esfuerzo, sacrificio, riesgo, concentración, cansancio, nieve, rocas y hielo. A veces con crampones y a veces sin crampones. El volcán es el que decide.
La atracción del hombre por el Lanín viene desde tiempos ancestrales, puede explicarse al verlo desde la ruta, sobresaliendo imponente sobre todo el horizonte. Pero se comprende claramente recién al pisar el glaciar de la cima y gritar con toda la fuerza ¡Cumbre!
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