Por el TC Patricio Justo del Niño Jesús TREJO

Introducción

Como señalaba Clausewitz, la guerra es la continuación de la política por otros medios, son estadios en las relaciones humanas.

El hombre compite permanentemente por el poder, con los de su tribu, con los de su nación y con los de otras naciones, quiere ser el artífice, el Creador de su propio destino, esto colisiona y nos muestra la soberbia del ser humano.

Con esta breve introducción sobre el hombre y su relación fundamental con el poder y el conflicto, abordaremos el tema: las herramientas pedagógicas para desarrollar el ejercicio del mando en combate.

El Mando en Combate

Es la esencia del militar, este artículo trata de explicar y configurar qué aspectos del ejercicio del mando debería entrenarse y con qué herramientas pedagógicas, para acrecentar las aptitudes particulares que deben poseer los jóvenes conductores del Ejército Argentino.

Para eso es conveniente referir primero lo que señalaba Clausewitz con respecto a las fuerzas que interactúan sobre el conductor durante el combate:

El jefe debe luchar dentro de sí mismo con la impresión general de la disolución de todas las fuerzas físicas y morales y el espectáculo angustioso del sacrificio sangriento, y luego con todos los otros que, directa o indirectamente, le transmiten sus impresiones, sus sentimientos, ansiedades y esfuerzos.  A medida que los individuos van agotando sus fuerzas, uno a otro, y cuando su propia voluntad ya no basta para alentarlos y mantenerlos, la inercia de toda la masa comienza a descargar su peso sobre los hombros del comandante. Por la fuerza de su aliento, por la luz de su espíritu, por la firmeza de su propósito, la luz de la esperanza habrá de brillar en los otros. Sólo en la medida en que sea capaz de hacerlo, dominara a las masas y seguirá siendo su jefe”[i].

Ante esta referencia nos preguntamos: ¿Tienen actualidad los conceptos vertidos doscientos años atrás? ¿Esta percepción se dio en lo líderes tácticos argentinos en Malvinas?

El subteniente Gómez Centurión[ii], responde en forma contundente reafirmando lo señalado por Clausewitz: “Un oficial, además del miedo físico, que es normal, tiene miedo al fracaso, miedo a no estar a la altura de las circunstancias. A tal punto que, como cualquier ser humano, puede tener un punto de quebranto. Si un jefe de fracción no tiene unainteligencia clara para tomar una resolución y la firmeza de carácter necesaria para llevarla a cabo, no tiene nada. O participa intensamente de lo que está pasando y demuestra que es el eje de pertenencia de todos sus hombres a la fracción, o esa fracción desaparece”[iii].

Lo primero que podemos ver es que hay una percepción de la situación que responde al ámbito de la psiquis del comandante y está relacionada con la fricción o el estrés de combate que se genera normalmente en la batalla, como consecuencia de la influencia de los componentes de la guerra, señalados por Clausewitz: el peligro, el esfuerzo físico, la incertidumbre y el azar[iv].

Las Herramientas Pedagógicas

Teniendo en cuenta esto, podemos afirmar que gran parte de los conocimientos que debe adquirir el futuro líder táctico responden al ámbito volitivo y es justamente allí donde se debe buscar concretar el mayor esfuerzo educativo, es importante entonces entender qué es la guerra, cómo se manifiesta la fricción de la que habla Clausewitz, qué es el estrés de combate y cómo podemos entrenarnos para superarlo, todo esto nos determina una herramienta pedagógica focalizada en la instrucción militar. “La instrucción militar acrecienta la fuerza espiritual, proporcionando al Ejército su arma más formidable: La firme voluntad de vencer”[v].

La educación física es otra herramienta importante para desarrollar el liderazgo, que no solo debe ser dirigido al desarrollo muscular que permita destrezas y habilidades, sino y fundamentalmente como un complemento para formar el carácter, desarrollar el dominio de sí mismo, la voluntad de vencer y sobre todo debe ser un ensayo empírico de las nociones básicas de las ciencias militares. En tal sentido la pelea cuerpo a cuerpo, en sus diferentes versiones: boxeo, lucha greco-romana y la esgrima, como así también la equitación y el rugby proporciona el ámbito propicio.

Por último, la educación espiritual es la menos desarrollada en los planes curriculares y probablemente la de mayor importancia en la guerra según señalan los que tuvieron la oportunidad de estar en combate directo[vi].

El ejercicio del mando se desarrolla a partir de las experiencias en el ámbito volitivo y es justamente ahí donde son eficaces las herramientas pedagógicas señaladas precedentemente.

La instrucción militar con estrés controlado

“La fricción es una condición inherente a la guerra. Es causada por el enemigo, el terreno, la meteorología y por los errores que se comenten en la propia fuerza. La única forma de convivir con ella es adiestrarse con ella”[vii].

Los líderes tácticos deben aprender a convivir con la fricción, ya que será la norma durante la guerra, para ello es necesario desarrollar una madurez psicológica que le permita prevenir y/o adaptarse a este fenómeno. En tal sentido se debe aplicar durante el entrenamiento la técnica de Inoculación[viii].

En la medicina la vacunación es una exposición a un virus controlado de tal forma que el sistema inmunológico del hombre produzca anticuerpos. En la pedagogía militar, la inoculación corresponde a una técnica empleada durante el entrenamiento, que consiste en la exposición del soldado a grados crecientes de los factores generadores de estrés o estresoresbajo un ambiente controlado, para lograr que la psiquis del educando genere respuestas positivas que le permita tener un mejor desempeño durante el combate.

Es importante tener en cuenta que un entrenamiento con manejo del estrés en forma controlada debe otorgar a los participantes los conocimientos adecuados y las herramientas básicas para superar el reto, además de permitir que se experimente con ellas hasta alcanzar su dominio. Competencias tales como tomar decisiones, resolver problemas y manejar el estrés en situación de crisis no se adquieren de cara a un pizarrón. Ese es solo un momento del proceso enseñanza-aprendizaje[ix].

La acción es fundamental en este tipo de entrenamiento. Para realizar la transferencia del conocimiento teórico a la praxis, en tal sentido es necesario que se brinde a los educandos las condiciones para experimentar el nuevo saber, para ello se tendrá especialmente en cuenta:

  • La práctica en el terreno es esencial para alcanzar los niveles de estrés adecuados durante los entrenamientos, si bien la teoría debe dar las bases para superar las exigencias.
  • Las situaciones simuladas deben tener el máximo realismo posible dentro de las medidas de seguridad adecuadas, que genere el consecuente riesgo controlado.
  • Emular del modo más fiel la dinámica y los problemas propios del combate, para crear un ambiente de permanente incertidumbre, que es el desafío esencial en la guerra.
  • Una planificación y supervisión detallada para lograr la mayor eficiencia en la recreación y empleo de los estresores de combate, a lo largo del entrenamiento.

Los reglamentos específicos de pedagogía y didáctica señalan lo siguiente: “Se deben realizar ejercitaciones que impliquen un esfuerzo continuo de varias horas y días, en forma progresiva, con hambre, sed, sueño e incertidumbre, situaciones que se presentaran en el combate real”[x].

El estrés de combate es inmanente a cualquier conflicto armado, somete al hombre a una presión única, recrear los estresores durante el entrenamiento es fundamental para tratar de aproximarse a la atroz realidad que significa la guerra y, de esta forma, generar las condiciones más parecidas, que permita extraer de cada individuo esas reacciones que afloran solo en los momentos críticos. De esta forma, se podrá brindar mayores aptitudes a los que se desempeñarán como líderes tácticos en la máxima confusión que existe: el campo de combate.

La educación física y los deportes militares

El conflicto, en fin la guerra, está en la naturaleza humana, es una relación social de competencia en un nivel extremo de violencia, Clausewitz decía: “La Guerra no es otra cosa que un duelo en una escala más amplia. Si consideramos a un mismo tiempo los innumerables duelos aislados que se forman, podríamos representárnosla bajo la forma de dos luchadores, cada uno de los cuales trata de imponer al otro su voluntad por medio de la fuerza física;”[xi] por lo tanto para educarnos en ella, deberíamos empezar a formarnos en la pelea más rudimentaria o básica, si queremos ser los especialistas en el manejo de la violencia, no podemos escapar a esta violencia primigenia, y es ese contacto con la violencia el que nos dará muchas respuestas de la psicología y la sociología del conflicto.

Indudablemente el peligro está en cada asalto que se disputa, donde el miedo surge incontenible desde lo profundo de la psiquis ante el riesgo físico inminente y es fundamental controlarlo para tener éxito. Con la práctica sistemática se logra el hábito de dominar el miedo que genera el peligro.

En cuanto al esfuerzo físico no caben dudas que son deportes muy exigentes, en donde el instinto de supervivencia primario, ante la agresión física concreta, lo lleva al hombre a un nivel de agotamiento difícil de equiparar con otra disciplina o actividad.

La incertidumbre existe, porque al enfrentarse con un contrincante hay una voluntad en oposición que busca infligir un daño real, donde su técnica y táctica de combate son desconocidas al igual que su resistencia y voluntad de vencer.

Por último, el azar se da al igual que en cualquier justa deportiva, donde circunstancias casuales y muchas veces ajena al combate contribuyen a recrearlas.

Solo quien ha competido en estos deportes sabe cómo se llega al último asalto, totalmente agotado, sin fuerzas para continuar, sin aire para mantenerse en pie y es justamente ahí, al ver a su rival en el rincón contrario, entregado en el banquillo, aventándolo con una toalla, que uno llega a comprender las palabras del general Alexander A. Vandergrift comandante de la Ira División del Cuerpo de Infantería de Marina de los Estados Unidos de América (USMC) en Guadalcanal que afirmaba: (…)Llega un punto en el combate a corta distancia, en el cual ambos comandantes sienten que han sido derrotados, aquel que continua gana.

En tal sentido la verdadera enseñanza de las ciencias militares viene de la práctica y la experiencia personal, y en ese sentido puede trasmitirse incluso si sabemos abrir la mente, hasta de un profesor de box o esgrima, que sabiendo muy poco de historia militar, sabe mucho de psicología de la guerra, de la pelea.

“El ring tiene su ley suprema. Es el sentido de la oportunidad. En las sutiles redes de su articulado de mil metros y diminutas fracciones de segundo, caen multitud de novicios impacientes y amantes de la imitación (…) Su dominio permite al hombre débil arrollar, en un momento dado al más fornido de sus oponentes(…) Un hombre puede dominar todos los golpes convencionales del box y aplicarlos con rudeza suma, y conocer cada uno de los recursos defensivos más usuales, pero si no sabe usarlos exactamente en el momento favorable, poca será la utilidad que aquellos han de reportarle”[xii].

El sentido de la oportunidad se desarrolla con la propia experiencia y permite entender cuándo es el momento oportuno o crearlo uno, esto nos hace crecer en decisión, audacia y voluntad de vencer.

La ofensiva se desarrolla durante la pelea con la propia voluntad de vencer que aflora en los momentos más críticos, esto va moldeando el carácter que le permitirá posteriormente afrontar las exigencias en el nivel máximo de la confrontación: la guerra.

La oportunidad conjuga sincronización, tiempo, lugar y objetivo ¿No sería este otro principio de la guerra? Es primordial adquirirlo como esquema de pensamiento, de esta forma siempre estará presente, tanto arriba del ring como en el campo de combate.

En cuanto al Rugby, es un rudo deporte de conjunto que favorece el trabajo en equipo y a valorar el desempeño de cada integrante; el esfuerzo físico, el contacto y la actitud en el juego son fundamentales para ganar, asimismo la camaradería surgida del duro entrenamiento compartido, genera redes de contención y amistad que fortalece el espíritu de cuerpo, necesarios para tener éxito tanto en la cancha como en el campo de combate.

La equitación también es una disciplina que genera aptitudes en los futuros conductores, solo el hecho de subirse a un animal cuatro veces más grande que uno y dominarlo, genera confianza y valor, fácilmente comprobable en un simple torneo de equitación al ir subiendo la valla. Montar un caballo no debería ser solo una destreza de los hombres de caballería ya que es también una herramienta formidable para desarrollar el ejercicio del mando, dominar una bestia facilitará luego dominar a los hombres en el combate.

El combate cuerpo a cuerpo, el rugby y la equitación no solo fortalecen el físico, sino la mente y generan las aptitudes necesarias en los jóvenes conductores para poder afrontar las exigencias en el campo de combate.

La Formación Espiritual

La guerra implica muerte y destrucción, no se puede concebirla sin que aparezca frente a nuestros ojos la oscuridad y la soledad que genera, pero por sobre todo nos lleva a enfrentarnos con nuestro ser y tratar de entender quiénes somos y hacia dónde vamos. Allí, surgen nuestras dudas espirituales más profundas, que nos hace aferrar fuertemente a nuestras creencias y nos obliga, si no fuésemos creyentes, a creer en algo, ya que no tiene sentido terminar nuestra vida en combate si no se cree en la trascendencia del ser humano, a partir de su alma inmortal.

En la guerra surgen estos interrogantes y Malvinas no fue la excepción como lo describe el padre Santiago Mora, capellán militar destinado en Darwin: “En la vida cotidiana no tenemos mucha noción de que la muerte puede llegarnos en cualquier momento (se nos cae una cornisa en la cabeza, nos atropella un coche, sufrimos un paro cardíaco), pero en la guerra sí. Cualquier minuto puede ser el último. Y muchos, por las dudas, querían poner al día sus cuentas espirituales. Realmente enriqueció mi vivencia sacerdotal escuchar esas «confesiones de trincheras»”[xiii].

Otro ejemplo de fortaleza espiritual se ve reflejado en la religiosidad del teniente Néstor Estévez, cuya semblanza ética y moral, nos brinda su confesor, el padre Mora, de esta forma:

Estévez fue, combatió como un héroe y murió como tal. Era un chico de mucha espiritualidad. Comulgaba todos los días y se confesaba muy frecuentemente. Una gran persona. Hablaba bastante seguido de su próxima muerte. Yo le decía que morir por la Patria estaba muy bien. Es decir, que coincidíamos”[xiv].

La carta póstuma, de quien representa el paradigma del liderazgo militar argentino en Malvinas, refleja en sus líneas la trascendencia que le dio en su preparación para la guerra: la posibilidad de morir en combate. Manifiesta su compresión de la realidad, su determinación, fuerza interior y su confianza en la justicia de la causa a la cual servía, en definitiva su rigurosa preparación religiosa y espiritual para entregar su cuerpo en pos de un fin superior.

La formación espiritual, constituye una herramienta pedagógica favorable en la construcción del liderazgo militar táctico, resultando determinante e invalorable a la hora de entrar en combate.

Conclusiones

Hace veinticinco años atrás, el coronel Magnelli, luego de realizar un trabajo de campo sobre la formación del liderazgo en el Colegio Militar de la Nación con motivo de ingresar al sistema universitario, llegaba a la siguiente conclusión: Desarrollar un sistema integrado de educación para el mando: requiere que las asignaturas relacionadas con la variable mando, se organicen con una adecuada estructura conceptual de características epistemológicas en orden a alcanzar un cuerpo coherente de enseñanza. Ello se logra mediante el desarrollo de actividades interdisciplinarias entre las áreas Académicas, de Instrucción Militar y  de Educación Física del Instituto”[xv].

Indudablemente las conclusiones del coronel Magnelli fueron acertadas, pero faltaba señalar cuáles eran las herramientas pedagógicas más adecuadas para cada área o disciplina.

En tal sentido, podemos determinar que siendo el dominio volitivo el preponderante en la construcción del liderazgo, es allí donde debe estar el principal esfuerzo educativo.

El área académica debe proporcionar los conocimientos teóricos necesarios para el correcto ejercicio técnico de la profesión, especialmente en lo referido a los aspectos técnicos y tácticos.

El área de instrucción militar por medio del entrenamiento con estrés controlado como herramienta pedagógica, debe desarrollar las competencias propias que debe tener el líder táctico en combate.

El área de educación física a través de la lucha cuerpo a cuerpo en sus diferentes variantes: boxeo, lucha greco-romana y esgrima, como así también el rugby son las disciplinas adecuadas para profundizar y afianzar las competencias y virtudes propias que debe poseer todo líder para lograr el éxito en el combate.

Por último, y sí bien no está referida en la cita, creemos que la formación espiritual es fundamental en la construcción del liderazgo táctico, en ese sentido es una eficaz herramienta pedagógica, que además fue comprobada en combate.

Para la formación del líder táctico no alcanza solamente con una licenciatura, un poco de orden interno, orden cerrado y unas cuantas salidas al terreno, todo esto, es una parte importante del proceso; Pero, sí no le damos el entrenamiento adecuado para desenvolverse en la guerra, y que sometido a dicha presión pueda tener éxito en la conducción de hombres, habremos fracasado en el intento de formar líderes de combate y solo tendremos censores correctamente vestidos, de buenos modales, pero que nada tienen que ver con los soldados combativos necesarios para ganar la guerra: nuestro métier

Como reflexión final, lo que verdaderamente movilizó este trabajo fue tratar de aprovechar la experiencia de la Guerra de Malvinas, ya que fue la última confrontación bélica en la que participó la Argentina y que, además, se realizó contra una de las principales potencias internacionales.

Teniendo en cuenta esto y más allá de poseer o no la última tecnología en el arte bélico, debemos capitalizar lo que nos dejó la sangre derramada por los hombres que cayeron en el cumplimiento de su deber, Ellos representan con sus actos, el valor de los hijos de esta Nación, que reafirma el carácter de un pueblo que está a la altura del heroísmo de sus próceres.

Los instrumentos bélicos pueden estar o no; el último equipamiento también puede faltarnos; tal vez no tengamos el último misil ni el más moderno sistema de transmisión de datos, pero mientras tengamos hombres y mujeres capaces de asumir las responsabilidades y transformarse en verdaderos líderes de combate en la guerra, la suerte del Ejército Argentino estará asegurada y la muerte de aquellos Soldados en Malvinas no será en vano.

Bibliografía

Trejo Patricio; Liderazgo Militar, herramientas pedagógicas para su desarrollo; Trabajo Final de Licenciatura; Escuela Superior de Guerra; Bs As; 2011. Inédito.

Trejo Patricio; Tributo al Liderazgo, Editorial 1884, Círculo Militar; Bs As; 2016.


[i] Clausewitz, Karl von; De la Guerra; Editorial Labor; Barcelona; 1984; p. 89.

[ii] Subteniente Gómez Centurión; condecorado al heroico valor en combate en la Guerra de Malvinas.

[iii] Speranza Graciela y Cittadini, Fernando; Partes de Guerra, Edhasa; Buenos Aires; 2007; p. 83.

[iv] Clausewitz, Karl von; De la Guerra; Editorial Labor; Barcelona; 1984; p. 87.

[v] Ejército Argentino; Manual de Didáctica, tomo II – Didáctica Militar; Instituto Geográfico Militar; 1986, p. 3.

[vi] Tcnl Oscar Jaimet, condecorado al valor en combate durante la Guerra de Malvinas. Entrevista, 26 de julio de 2011.

[vii] Lind, William S.; Manual de Guerra de Maniobras, volumen 744; Biblioteca del Oficial; Círculo Militar; Buenos Aires; 1991; p. 81.

[viii] Levy, Alberto. Liderazgo y Ansiedad de Combate, Escuela Superior de Guerra; Buenos Aires; 2005; p. 83.

[ix] Levy, Alberto. Liderazgo y Ansiedad de Combate, Escuela Superior de Guerra; Buenos Aires; 2005; p. 83.

[x] Ejército Argentino; Educación Profesional Militar, tomo II – Educación Operacional; 2007; p. 83.

[xi] Clausewitz, Karl Von. De la Guerra, Ed. Labor, Barcelona, 1984, P. 38.

[xii] Cuggia, Pedro H; Secretos del Ring; Editor Ángel V. Portero; San Miguel de Tucumán; 1952; p. 236.

[xiii] Simeoni, Héctor; Malvinas: Contrahistoria, Editorial Inédita; Buenos Aires; p. 70.

[xiv] Simeoni, Héctor; Malvinas: Contrahistoria, Editorial Inédita; Buenos Aires; p. 72.

[xv] Magnelli Jorge; La Educacion Militar para un Mando Desentralizado; Biblioteca del Oficial; Vol 753; Circulo Militar; Bs As;1993;  p.102.

Redacción

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