Las primeras décadas de este siglo son, para nuestra arma, en el marco del Ejército y en el más amplio de la Nación, muy distintas, en su desarrollo y actividad general, a las circunstancias que la caracterizaron durante el siglo XIX. Es que la Argentina, y por ende sus FFAA, comienza un período de paz cuyo objetivo principal es el de consolidar la organización nacional; la identidad de su pueblo; asegurar sus fronteras, e iniciar su desarrollo socio-económico. Entra, pues, la Infantería en una época de profundas transformaciones orgánico-funcionales, producidas tanto por la institucionalización del Servicio Militar Obligatorio, como por las innovaciones provenientes de los Ejércitos europeos -en particular del alemán- consecuentes de la Guerra Franco Prusiana y de la Primera Guerra Mundial. Son, entonces, tiempos de creación, reorganización y reubicación de unidades; de modificaciones doctrinarias; de modernización del equipamiento, y de una decidida preparación para la guerra, acciones todas conducidas con inteligencia, idoneidad profesional y clara voluntad política del forjador del moderno Ejército Argentino, el Tte Grl Don Pablo Riccheri. En ese contexto, se crean las siguientes unidades:
- El 31 de Enero de 1902, por un decreto firmado por uno de los más ilustres infantes argentinos y más preclaros estadistas: el ex-Presidente y Tte Grl Don Julio Argentino Roca, los regimientos 13 y 14 de Infantería (el primero de ellos disuelto en 1964).
- El 31 de Enero de 1907, por un decreto firmado por el entonces Presidente de la Nación Doctor José Figueroa Alcorta, refrendado por su Ministro de Guerra, el General de División Don Rosendo María Fraga, otro distinguido infante, los regimientos 15, 16, 17, 18, 19, y 20 de Infantería.
Pecaríamos de injustos si no mencionáramos la creación, el 11 de Octubre de 1924, de la Escuela de Infantería, elemento que se organiza por la fusión del Regimiento 4 de Infantería y de la entonces Escuela de Tiro, siendo su primer director el Tcnl Don Bautista Molina. Este hecho producido por el entonces Ministro de Guerra General Don Agustín P. Justo, posibilita memorar a este brillante continuador del General Riccheri en la gigantesca obra de crear el moderno Ejército Argentino. Desde aquella fecha, y en diferentes asientos de paz, nuestra Escuela, al igual que los Batallones de Infantería del Colegio Militar de la Nación y de la Escuela de Suboficiales «Sargento Cabral», se han constituido en los elementos que, en mayor medida, continúan contribuyendo a la educación e instrucción de nuestros cuadros. Otra referencia orgánica que es justo recordar, se vincula con la trayectoria de los Comandos que, con sus diferentes denominaciones – División de Ejército, División de Infantería y, más recientemente, de Brigada de Infantería -, cumplieron con su responsabilidad de conducir primariamente, en paz y en guerra, a nuestros regimientos.
De todos ellos, el actual Cdo Br Mec X, que lleva el nombre de otro modelo de infante, el Tte Grl Nicolás Levalle, creado como Comando de la Ira División de Ejército, el 20 de Octubre de 1880, es el de mayor valor histórico, ya que su accionar comienza con la Campaña del Desierto. Hasta la década del 40, nuestra arma no sólo no es perturbada en su accionar profesional (ya que el pronunciamiento cívico-militar del 6 de Setiembre de 1930 no la afecta sensiblemente), sino que continúa desarrollándose cuantitativa y cualitativamente en el marco de la Fuerza, inteligentemente conducida por el «hombre del deber», el General de División Don Manuel A. Rodríguez, a la sazón Ministro de Guerra en la Presidencia del General Justo. Durante los años 40, dos hechos muy diferentes pero relacionados entre sí, uno interno y otro internacional, influyen con distintos efectos en la Infantería: nos referimos al movimiento revolucionario del 4 de Junio de 1943 y sus consecuencias político-militares, como también a la Segunda Guerra Mundial. El primero, lo hace en la medida que gran parte de sus principales actores militares son infantes, como los ex Presidentes de la Nación, Generales Edelmiro J. Farrell y Juan Domingo Perón y, consecuentemente, su influencia en la Fuerza y en el arma es gravitante. El segundo, en tanto, incide en la Infantería principalmente a través de la creación, entre 1937 y 1944, de un considerable grupo de unidades – en su mayor parte ubicadas en áreas de frontera – las cuales amplían significativamente la entonces estructura orgánica del arma. Nos referimos a los siguientes regimientos: RIM 21; RIM 22; RIM 23 (disuelto en 1960); RI 24; RI 25; RIM 26; RI 27 (disuelto en 1964); RI Mte 28; RI Mte 29; RI Mte 30 y RIM 31 (disuelto en 1964). En la década del 40, la Infantería continúa su crecimiento y perfeccionamiento en cumplimiento de su misión específica, pero sin descuidar su tarea civilizadora a lo largo y ancho de las fronteras de la Patria. Fronteras que se amplían en 1951 como consecuencia de la creación, en nuestro reclamado Sector Antártico, de la Base San Martín, producto del impulso y perseverancia de un infante: el General de División Don Hernán Pujato. A partir de los años 50 y hasta prácticamente nuestros días, el arma, nuevamente en el marco del Ejército y el de la Nación, atraviesa por varias y distintas circunstancias muy diferentes a las citadas para la primera mitad de este siglo. Así es como en 1955 y 1956, participa activamente en varios sucesos internos político – militares derivados de la Revolución acaecida el 16 de Septiembre 1955. Tales hechos, más allá de sus motivaciones y consecuencias políticas, que no son motivo de esta reseña, marcan el comienzo de un prolongado y negativo proceso de enfrentamientos internos por los que la Infantería, al ser una de las principales protagonistas, comienza a resentirse, perdiendo muchos de sus mejores integrantes, como sucedió en 1962 y 1963, durante los sucesos denominados genéricamente, «Azules y Colorados». Posteriormente, entre 1964 y 1967, se desarrolló un importante proceso de reestructuración de la Fuerza, conducido por el entonces Comandante en Jefe Tte Grl Don Juan Carlos Onganía, cuyos efectos principales se materializaron en la modernización de su doctrina y equipamiento, aspectos que perduran, sin mayores modificaciones, hasta nuestros días. En ese contexto, la Infantería se reorganiza, renueva y, además, cambian sus tradicionales asientos de paz algunas unidades con mucho arraigo, tales como el regimiento 5, que de Bahía Blanca se traslada a Paso de los Libres; el regimiento 11, de Rosario a Tupungato, y el regimiento 12, de Santa Fe a Mercedes (Corrientes). La más rigurosa preparación profesional para la guerra clásica, dominó la actividad del arma durante el último quinquenio de la década del 60, tiempo durante el cual se potenció la actividad de ciertas tropas especiales nacidas del seno de la Infantería a partir de los años 40, como son: las de Montaña, Monte, Aerotransportadas y Comandos. En dicho lapso, el 25 de Febrero de 1966, se crea la Comisión del Arma de Infantería, organización que, desde esa fecha, opera en su apoyo espiritual y material, siendo su primer Presidente el General de Brigada (R) Don Juan B. S. Loza. A partir de 1968, la Infantería comienza lenta pero sostenida y progresivamente, a comprometerse en el marco del Ejército, en enfrentamientos internos, experiencia cruenta e inédita, pero que formó parte de la realidad que tuvo que vivir nuestra Arma. El asesinato de un infante y ex-Presidente de la Nación, el Teniente General Don Pedro Eugenio Aramburu, secuestrado el 29 de mayo de 1970, marca de algún modo el comienzo de hechos, que habrían de prolongarse durante toda esa década a lo largo y ancho de la Patria y que dejaría, no sólo profundas secuelas en todo el Ejército, por ser la fuerza más involucrada, sino también una enorme lista de infantes -héroes y mártires- que ya no nos acompañan. Las acciones protagonizadas por la Infantería se llevaron a cabo en distintos ámbitos geográficos, tanto urbanos como rurales, donde nuestra arma interviene en tiempo y espacio con mayor intensidad. Aunque en las operaciones participan unidades o fracciones que involucraron a una gran parte del Ejército, el centro de gravedad de las operaciones es responsabilidad, para el arma de Infantería, de los Regimientos 19 y 28 , dependientes del Comando de la Vta Brigada de Infantería. En el resto de las áreas del país, hubo múltiples y variadas acciones de combate en las que intervinieron diferentes elementos del arma. No obstante ello, sólo mencionaremos las más destacadas en función de su importancia político-militar, las cuales, a nuestro juicio, fueron las siguientes:
- El 6 de septiembre de 1973: el combate por la recuperación del Comando de Sanidad, librado por elementos del RI 1 «Patricios». El 5 de octubre de 1975: el combate por la recuperación del RI Mte 29, llevado a cabo por fracciones de la misma unidad.
- El 23 y 24 de diciembre de 1975: el Combate de Monte Chingolo por la recuperación del B Ars 601 «Domingo Viejobueno», a cargo de medios pertenecientes a los Regimientos: 1 de Infantería «Patricios»; 3 de Infantería «General Belgrano», y 7 de Infantería «Coronel Conde».
- En diciembre de 1978, la Infantería, junto al resto del Ejército y las otras FFAA, participa del despliegue estratégico en la frontera Oeste, como consecuencia del agravamiento de uno de los tantos conflictos habidos con Chile por razones limítrofes, situación que se conjura pacíficamente por mediación de la Santa Sede.
En 1974 se había definido un proyecto de mecanización del arma, apoyado en el desarrollo de vehículos de la familia TAM, de fabricación nacional. Este proceso se retoma e impulsa a partir de 1981, con la creación de nuevos elementos y por el redespliegue y equipamiento de unidades del arma.
Consecuencia de la cita precedente, es la creación de los Comandos de Brigada de Infantería Mecanizada XI y de Monte XII, como así también de los Regimientos de Infantería Mecanizado 35 y Motorizado 37. Es por lo tanto en esta década, cuando comienza el proceso de mecanización de nuestra arma, cuestión de enorme valor y gravitación en el combate de la moderna Infantería. El 2 de Abril de 1982, cuando la Infantería, junto con el resto de la Fuerza iniciaba su recuperación moral y profesional después de la experiencia de las luchas internas, intervino súbitamente y sin preparación previa en la recuperación del aún irredento Archipiélago de Malvinas. La Infantería aportó a esta gesta desde el inicio mismo, al RI 25, el cual, conformando una fuerza de desembarco conjunta, reconquistó las Islas Malvinas el 02 de abril de 1982. Además, participaron en la campaña los Regimientos 3, 6 y 7 con la Br I Xma; los Regimientos 8 y 25 con la Br I IXna, los Regimientos 4, 5 y 12 con la Br I IIIra. Además, operaron las compañías de Comandos 601 y 602. A partir de esa fecha, y hasta el 14 de Junio de aquel año, cuando debe rendir honrosamente sus armas al finalizar el combate en Puerto Argentino, la Infantería constituye la masa de los medios terrestres participantes en la breve pero cruenta, difícil y desigual guerra contra el Reino Unido. La Infantería combatió en San Carlos, Darwin, Pradera del Ganso, Monte Longdon, Two Sisters, Monte Harrier, Monte Tumbledown, Wireless Ridge y Puerto Argentino. Estos fueron testigos del valor moral de los infantes, quienes, además soportaron con estoicismo una tensa vigilia en sus frías y húmedas trincheras.
Sus nueve oficiales, diecisiete suboficiales y ciento doce soldados muertos, testimonian la entrega de la Infantería en resguardo del honor nacional. La guerra de Malvinas originó, sobre la base de las experiencias obtenidas y sin llegar a concretar todas las deseables, una serie de transformaciones institucionales. Pero la derrota militar y el complicado fin del Proceso de Reorganización Nacional en 1983, condicionaron seriamente las posibilidades de una transformación ordenada y relativamente rápida. Se operó una importante reducción de cuadros y soldados conscriptos y, a diferencia del resto de las armas, la Infantería se vio particularmente afectada en sus capacidades al limitarse el elemento básico de sus organizaciones y sostenedor de su espíritu: el hombre. Esta década transcurrió inmersa en severas crisis en el orden institucional, las cuales involucrarían a gran parte del Ejército y por ende a las unidades del arma, afectando su reorganización y capacitación profesional. El 23 de enero de 1989 se produjo el ataque de un nutrido grupo subversivo al cuartel del RI Mec 3, en La Tablada. La sorpresa jugó a favor del oponente. Sin embargo en el cuartel había valientes que se plantaron de cara al enemigo, resistiendo a costa de sus vidas. La rápida reacción de otros elementos de la fuerza, entre ellos el RI 1, los RRI Mec 6 y 7, la Ca Cdo(s) 601 y luego los RI Aerot 2 y 14, permitió el cese de toda resistencia y la recuperación del cuartel. Nuevamente varios infantes ofrendaron sus vidas, siendo fieles a su juramento. A partir de 1991, se establecieron las bases para una importante reestructuración, la cual abarcó aspectos significativos de Doctrina, Organización, Equipamiento e Instrucción, continuando con el proceso de mecanización del arma. A lo largo de toda esta década se implementó dicha reestructuración, la cual ha incluido, entre otras actividades, el cierre definitivo de las siguientes unidades: el RI Mot 17, RI M 21 y el RI 37. También se produjo el traslado a otras guarniciones, de los siguientes Regimientos:
- RI Mec 3, desde La Tablada (Buenos Aires) a la localidad de Pigüé (Buenos Aires).
- RI 5, desde Paso de los Libres (Corrientes) hasta la localidad de Villaguay (Entre Ríos), para convertirse en RI Mec 5.
- RI Mec 6, desde Mercedes (Buenos Aires) a la localidad de Toay (La Pampa).
- RI 9, desde la provincia de Corrientes a la localidad de Iguazú (Misiones), donde adquiere la especialidad de RI Mte 9.
- RI 12, desde Mercedes (Corrientes) a la localidad de Toay (La Pampa) y se convierte en el RI Mec 12.
- RI 19, desde San Miguel de Tucumán a la provincia de la Rioja, para convertirse en el RI Mec 15.
La reestructuración de la Infantería durante la última década, también incluyó actividades como las siguientes:
- Sobre la base del RI Mte 18, en San Javier (Misiones), se crea a fines de 1992 la Ca Caz Mte 12, la que en 1999 se constituye en la Ca Caz Mte 12 Ec.
- Sobre la base del RI Mte 29, en Formosa, se organiza a fines de 1996 la Ca Caz Mte 29.
- Sobre la base del RI Mte 30, se organiza en 1996 el Destacamento de Monte 30.
- Cuando en enero de 1996 se trasladó al RI 9, desde Corrientes (capital) a Iguazú (Misiones), éste destacó a la Ca I «B» a la localidad de Bernardo de Irigoyen (Misiones), donde se organiza como Ca I Mte «B» del RI Mte 9. El 17 de diciembre de 1996, se transforma en la Ca Caz Mte 18.
- Se crea el Destacamento de Montaña Escuela «Bariloche» en apoyo a la Escuela Militar de Montaña.
- Se organiza la Ca Cdo 602 en la provincia de Córdoba.
- Se crea la Escuela de Paracaidistas y Comandos en la provincia de Córdoba.
También durante esta década (1990 – 1999) se completa la mecanización de otras unidades del arma que continuaban en sus guarniciones originales; entre ellas el RI Mec 4 Ec, RI Mec 7, RI Mec 8 y RI Mec 20.
En el Año 1992 se produce el traslado de la Escuela de Infantería desde Campo de Mayo (Buenos Aires) hasta la localidad de Monte Caseros (Corrientes) donde en la actualidad, junto con su RI Mec 4 Escuela, desarrolla el perfeccionamiento de los cuadros del arma. Los liceos militares General San Martín y General Espejo, pasan a pertenecer al arma de Infantería, lo que los compromete a educar a sus cadetes en los cánones del arma. También son parte de esta Infantería, la Compañía de Comandos 601 (organizada en 1982), la Compañía de Cazadores de Montaña 6 (organizada en 1976) y la Compañía de Alta Montaña 8 (organizada en 1948). Como parte de esta reestructuración, y en la necesidad de adaptarse a los cambios y a las exigencias del mundo actual, se comienza a organizar la primera unidad de Asalto aéreo del arma, la cual al inicio del siglo XXI, se encuentra en la etapa de consolidación. Otra actividad relevante para el arma y que está relacionada con su esencia, «el Hombre», fue el desafío inédito y novedoso de incorporar a sus filas a los soldados provenientes del servicio Militar Voluntario, situación que fue asumida con marcado profesionalismo. También se produjeron importantes cambios en la educación de los cuadros del arma, instrumentada a través de diferentes cursos regulares y complementarios, intercambios con otros países, tanto en cursos como en actividades operacionales, conviertiéndose en el centro de gravedad de la Institución durante buena parte de esta década y lo es aún en el inicio de esta nueva centuria. Simultáneamente con estas transformaciones, se fue actualizando y experimentando el cuerpo doctrinario del arma, elementos fundamentales para la educación de los cuadros y para lograr la coherencia total del sistema. También durante esta década, la Infantería aportó un notable número de hombres para cumplir misiones como Organizaciones Militares de Paz, tanto en la ex Yugoslavia como en Chipre. No podemos olvidar a los infantes que, cumpliendo otros roles como parte de las fuerzas de la Organización de Naciones Unidas, se encuentran desplegados por el mundo. El profesionalismo, la entrega y el espíritu de sacrificio puesto de manifiesto en cada una de las misiones desempeñadas en el extranjero, son hoy objeto de reconocimiento en el mundo.
Con todo lo realizado en la última década, y como resultado de la reestructuración prevista, al comenzar el siglo XXI, la Infantería se encuentra abocada a su preparación para enfrentar los nuevos desafíos, abarcando tanto al personal como el equipo, armamento y vehículos, teniendo como prioritario el perfeccionamiento educativo de sus cuadros y la consolidación de sus elementos de Asalto Aéreo.