Por Sebastián Miranda[i]
Entre el 23 y el 24 de enero de 1989 se produjo el combate de La Tablada. Atacados los cuarteles por subversivos del autodenominado MTP (Movimiento Todos por la Patria), los efectivos del Ejército Argentino combatieron contra los incursores para defender la Unidad.
Entre las historias que surgieron en esos días, encontramos las del cabo primero Albornoz y los soldados Grillo y Díaz que fueron claves para detener los planes de los terroristas, entregando sus vidas en defensa de la Patria
El 23 de enero de 1989, después de ingresar violentamente por el Puesto 1 a los cuarteles de La Tablada, los subversivos del MTP se dividieron en dos grupos principales: el de Asalto (subdividido en cuatro escuadrones) y el de Tanques.
Este último tenía como misión llegar a los galpones ubicados en los fondos del cuartel y tomar los blindados VCTP que se encontraban allí. El plan de los subversivos del MTP era hacer creer a la población que la Argentina se encontraba frente a un nuevo levantamiento militar –por esta razón y para confundir a los defensores al entrar arrojaron panfletos simulando pertenecer al sector “carapintada” del Ejército- y que el RIMec 3 iba a ser el epicentro.
Tomadas las instalaciones, accederían más miembros de la organización, se equiparían con las armas robadas y encabezados por los blindados marcharían a la Plaza de Mayo para presionar al gobierno presentándose como los que habían logrado detener un intento de golpe de Estado. Existen diversas hipótesis sobre el objetivo real del copamiento, pero no es objeto de este trabajo desarrollarlas.
La toma de los VCTP era la misión del llamado “Grupo Tanques”. Estaba compuesto por varios subversivos, y comandado por uno cuyo nombre de guerra era Ricar. Inicialmente se pensó que era el veterano extremista Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, ya que en Nicaragua era conocido como comandante Ricardo, pero él no ingresó al cuartel sino que dirigió la operación desde un vehículo en el exterior.
En su lugar el que comandó el grupo fue Roberto Vital Gaguine, alias Martín el inglés o Peer Hanker Hansen. Había nacido en Francia pero vivió varios años en Inglaterra, de allí su apodo. Entre sus acciones previas estuvo el intento de asesinato del ex–líder sandinista (luego pasado a las filas de los “contras”) Edén Pastora, perpetrado por los sandinistas el 30 de mayo de 1984 y que le costó la vida a la periodista norteamericana Linda Fraizer, al camarógrafo costarricense Oscar Quiroz y a una guerrillera.
Además de él, el grupo lo integraban los subversivos del MTP con nombre de guerra El Gato (Roberto Felicetti ex jefe de aparato militar del ERP en Mar del Plata); Federico o Teniente Caña (Juan Manuel Murúa, veterano cuadro del PRT-ERP que había participado en 1974 en la toma de la usina EPEC en Córdoba donde asesinó a la dotación de un patrullero; formó parte del grupo de guerrilleros que atacó el Batallón 121 de Arsenales Fray Luis Beltrán en San Lorenzo en 1975, integró la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, fugó a Brasil en 1977 y posteriormente participó activamente en la revolución sandinista); Joaquín (Joaquín Ramos); Alejo (José Moreyra, veterano de la guerrilla guatemalteca); Sordo (Carlos Samojedny, ex oficial del ERP que participó en el intento de copamiento del RI 17 de Catamarca); Peti (Carlos Cabañas, ex integrante del ERP); Chavela (Isabel Margarita Fernández); N. Luis (Luis Ramos); Claudio (Claudio Veiga); Pablo Belli (veterano de la revolución sandinista) yClaudia Mabel Deleis.
No eran improvisados sino guerrilleros con amplia experiencia militar en Argentina y América Central. Contaban con fusiles FAL, subfusiles, escopetas, lanzacohetes RPG-2 y 7 y lanzagranadas M-79 ingresados clandestinamente al país por el circuito Nicaragua-Panamá-Montevideo-Buenos Aires.[ii]
Mientras un escuadrón del Grupo de Asalto tomaba la guardia, el Grupo Tanques aceleró directamente hacia los fondos del cuartel por una calle interna, la General Belgrano (lo recorre en toda su extensión y conectaba el frente con los fondos), donde a su vez se subdividió. Durante los desplazamientos se enfrentaron con el conscripto clase 1969 Martín Díaz del RI Mec 3.
Estaba ubicado en su puesto de guardia cerca del sector destinado a los deportes. Al desplazarse abrieron fuego desde los vehículos, el soldado M. Díaz mantuvo como fiel centinela la posición hasta perder la vida. Fue distinguido post mortem por: “defender su puesto hasta ser abatido por un grupo de terroristas”.
Los vehículos se detuvieron cerca del Casino de Suboficiales del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada I, a 200 metros de los galpones. Tres suboficiales dirigidos por el sargento ayudante Félix Larios, que contaban solamente con un FAL, una pistola y algunas granadas, abren fuego.
Los subversivos del MTP contestaron lanzando granadas con el M-79, pero no hicieron efecto. Larios observó una sombra pasar y no dudó, el disparo de FAL fue certero, Pablo Belli cayó abatido. El cabo Parra arrojó una granada que hirió a R. Felicetti. El “Grupo Tanques” ya tenía dos bajas mortales (Carlos Cabañas fue abatido cerca de la guardia) y un herido.
Mientras tanto en los fondos, detrás de los galpones, el cabo primero José Gustavo Albornoz estaba de guardia en el Puesto Spinazzi (nombre dado en homenaje al teniente primero José Luis Spinassi caído en combate contra los terroristas del ERP durante el intento de copamiento del Batallón de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno” de Monte Chingolo el 23 de diciembre de 1975) junto a los soldados Julio Domingo Grillo y Pablo Santiago Perrota.
Al escuchar los disparos desde la guardia y observar el movimiento de los vehículos, rápidamente se desplazaron unos 400 metros y se hicieron fuertes en el polvorín para impedir que lo subversivos del MTP lo tomen, pero además con sus fuegos dificultaron el avance de los que intentaban acceder a los galpones. Uno de los subgrupos logró acceder con gran dificultad a uno de los cinco galpones pero solo encontraron chatarra. Los disparos del cabo primero Albornoz y los soldados Grillo y Perrota fueron certeros y no permitieron a los subversivos seguir avanzando. A estos se sumó al fuego desde el Casino de Suboficiales del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado I.
Durante al menos una hora mantuvieron a raya a los atacantes impidiendo no solamente la toma del polvorín sino también de los galpones. En el transcurso del tiroteo el cabo primero José Gustavo Albornoz fue herido de un disparo en el pecho. El soldado Domingo Grillo, fiel a su superior lo rescató y lo arrastró hasta la caballeriza donde Albornoz falleció instantes después. En ese momento ingresó un subversivo que mató al soldado Grillo e hirió al conscripto Perrota con un disparo en la rodilla. Para detener la hemorragia se hizo un torniquete con los cordones del borceguí y tras varias horas pudo llegar hasta los fondos donde fue auxiliado por efectivos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Sin poder acceder a los galpones de los blindados, los subversivos del MTP se replegaron hacia la Compañía “B” donde varios de ellos murieron horas más tarde.
Por su valor el cabo primero J. G. Albornoz recibió post mortem una distinción por: “reprimir el ataque de los subversivos evitando que tomaran los vehículos blindados y replegarse hacia el polvorín y contraatacar nuevamente en dirección al parque automotor con dos soldados, ofrendando su vida en tal acción”. [iii]
El soldado clase 1969 Julio Domingo Grillo fue condecorado post-mortem: “formando parte de una patrulla, y tratando de evitar que cayeran en poder de los subversivos los vehículos blindados, pierde la vida en la acción”.
Cerca de las 11 los efectivos del Ejército lograron ingresar por los fondos a la Unidad. Cuidadosamente se dirigieron hacia el puesto de guardia Spinassi y desde allí hacia los galpones donde estaban los VCTP, logrando poner en marcha dos de ellos inicialmente, sumándose posteriormente un tercero. En ese punto se encontraron con el teniente coronel J. Zamudio (Jefe del RIMec 3) que se acercó en un VCTP del RIMec 7 del equipo de combate Conde de La Plata y con un grupo de oficiales de las unidades atacadas que llegaron en un micro que los llevaba habitualmente al cuartel.
También se les unieron suboficiales, muchos de ellos vivían en los barrios cercanos. Previamente el teniente coronel J. Zamudio había recorrido el cuartel en el vehículo mecanizado de combate de infantería, obteniendo las primeras informaciones sobre la ubicación de los subversivos del MTP.
Con estos mecanizados y divididos en dos equipos, hostigaron a los subversivos impidiendo sus movimientos, recolectando información precisa sobre su ubicación y rescatando a algunos heridos y muertos aprovechando la protección de sus vehículos de combate de infantería mecanizada.
El fuego era muy intenso y los heridos solamente podían ser asistidos usando los blindados ya que los terroristas abrían fuego incluso contra las ambulancias. Los VCTP se desplazaban con rapidez esquivando los disparos que los atacantes les realizaban con los lanzacohetes RPG 2 y 7.
En estas acciones se destacaron varios militares, los que una vez identificados por sus acciones fueron distinguidos por: “Ingresar al Cuartel por los fondos, bajo fuego enemigo, a riesgo de su vida, llegando al Parque de Vehículos, recuperando los vehículos de combate, factor decisivo en la recuperación posterior de la Unidad”.[iv]
La dura resistencia ejercida por el cabo primero J. G. Albornoz, los soldados J. D. Grillo, M. Díaz y D. Perrota evitó que los subversivos tomaran los vehículos mecanizados y el polvorín que, de concretarse, hubiera hecho mucho más difícil la recuperación de la Unidad. Además hicieron perder a los atacantes un tiempo valiosísimo que permitió a las fuerzas policiales bloquear su fuga sellando su suerte.
Cumplieron el juramento de defender y seguir la Bandera hasta perder la vida.
BIBLIOGRAFÍA
CELESIA, Felipe y WAISBERG, Pablo. La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina, Buenos Aires, Aguilar, 2013.
HERNÁNDEZ, Pablo. La Tablada. El regreso de los que no se fueron, Buenos Aires, Ediciones Fortaleza, 1989.
MIRANDA, Sebastián. Los secretos de La Tablada. La última acción armada de la guerrilla en la Argentina, Buenos Aires, Grupo Unión y Ediciones Soberanía, 2015.
RUARTE, Julio Eduardo. Un ataque para recordar. Como fue la recuperación de los cuarteles de La Tablada (inédito).
SALINAS, Juan y VILLALONGA, Julio. Gorriarán. La Tablada y las Guerras de Inteligencia en América Latina, Buenos Aires, Mangin, 1993.
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[i] Licenciado y profesor de Historia, Subteniente de la Reserva del Arma de Infantería. Autor del libro Los secretos de La Tablada. La última acción armada de la guerrilla en la Argentina. [ii] Los “alias” fueron tomados de documentación secuestrada del cuerpo del subversivo Roberto Sánchez Nadal, alias “Osvaldo Farfán” caído combatiendo en las inmediaciones de la Guardia de Prevención. Las investigaciones posteriores permitieron identificar los nombres reales de los subversivos. [iii] REVISTA MILITAR. Nº 721, enero–julio 1989, p. 14. [iv] REVISTA MILITAR. Op. cit., p. 14.