(por el Teniente Coronel de Infantería CARLOS M. FRAQUELLI)
La compleja situación imperante en las provincias del norte del antiguo Virreinato del Río de la Plata, empeoró sensiblemente luego de producirse la derrota patriota en la batalla de Huaqui el 20 de junio de 1811, que no sólo produjo la pérdida del Alto Perú para la causa emancipadora, sino que también dejó las puertas abiertas para una invasión realista que podía llegar a apoderarse de Jujuy, Salta y Tucumán.
Luego de ser relevados los mandos del Ejército Auxiliar del Perú (conocido también como Ejército del Norte), las autoridades de Buenos Aires designaron como su nuevo comandante general a Manuel Belgrano, quien llegó al norte en marzo de 1812.
La intención del gobierno revolucionario era realizar una nueva campaña con la finalidad de derrotar a los realistas vencedores en Huaqui y de esa forma incrementar el espíritu revolucionario de la población local y recuperar todo el Alto Perú para la causa de la libertad americana.
El general Manuel Belgrano, quien se trasladó a Jujuy e instaló el campamento de sus fuerzas en Campo Santo (a unos 50 Km. de la ciudad de Salta), comenzó a trabajar decididamente para remontar el estado físico y moral de ese ejército de apenas 800 hombres que había recibido en estado deplorable, con la tropa mal abastecida, diezmada por las enfermedades y carente de armamento, pólvora y munición.
Con el apoyo de su mayor general (o segundo comandante), el coronel Eustoquio Díaz Vélez y otros jefes y oficiales que tendrían un destacado papel en nuestras guerras emancipadoras como Juan Ramón Balcarce, Manuel Dorrego, José María Paz, Gregorio Aráoz de La Madrid y el Barón de Holmberg, entre muchos otros, Manuel Belgrano, logró aumentar hasta casi 1.300 las plazas de su precario ejército, trabajando también en la organización de la caballería y de la artillería.
Al producirse el segundo aniversario de la Revolución, el 25 de mayo de 1812, y con la intención de despertar el patriotismo entre los jujeños, Belgrano hizo bendecir la bandera celeste y blanca que él mismo creara y fuera enarbolada por primera vez en las baterías del Rosario, en la catedral de la ciudad de Jujuy por el padre Juan Ignacio Gorriti, quien se desempeñaba como capellán del Ejército del Norte.
Pero ante el inminente avance de las fuerzas realistas al mando de Pío Tristán, que contaba con un ejército muy superior de alrededor de 3.000 combatientes de línea con 10 cañones de montaña, y siendo imposible enviar los refuerzos solicitados en tiempo, el Primer Triunvirato le ordenó a Manuel Belgrano ejecutar una retirada hasta Córdoba.
Entre las instrucciones que recibió el general Belgrano, no sólo se especificaba su movimiento retrógrado hacia el centro del país, sino que también se le exigía destruir todo tipo de recursos que pudieran ser de utilidad para el abastecimiento de las fuerzas realistas, privando así al enemigo de cualquier medio de subsistencia.
Desde su cuartel general en Jujuy, Belgrano emitió un bando el 29 de julio de 1812 dirigido a los “Pueblos de la Provincia” para que “vengáis a reunirnos al Ejército de mi mando”. Entre las precisas instrucciones que se daban en este bando, se exhortaba a hacendados, labradores y comerciantes, a enviar su ganado, granos y bienes hacia Tucumán, y se advertía que sería pasado por las armas todo aquel que se “…encontrare fuera de las guardias avanzadas del ejército en todos los puntos en que las hay, o que intente pasar sin mi pasaporte…”.
El 23 de agosto de 1812 a las cinco de la tarde, bajo la firme conducción del general Manuel Belgrano, comenzó la masiva emigración de la población que junto con las tropas patriotas iniciaron su desplazamiento hacia el sur. Alrededor de 1.500 pobladores jujeños siguieron a las tropas de Manuel Belgrano, otros levantaron y abandonaron sus casas y se refugiaron en los cerros, y sólo una pequeña porción de hacendados y clérigos simpatizantes de los realistas, permanecieron en Jujuy para recibir al general Pío Tristán.
Este comandante realista, luego de ocupar Jujuy y Salta, ordenó a sus fuerzas perseguir y hostigar a la columna de marcha de Belgrano, que era protegida por una retaguardia de combate al mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez. El 3 de setiembre de 1812, la vanguardia realista se enfrentó con los efectivos de Belgrano y Díaz Vélez, quienes los derrotaron en el combate del Río de Las Piedras, capturando a uno de sus jefes, el coronel Agustín Huici, quien fue trasladado rápidamente hacia Tucumán como prisionero de guerra.
La victoria en el combate de Las Pierdas elevó la moral de la columna patriota que marchaba en retirada. Al llegar a Tucumán y al recibir el apoyo económico de la prestigiosa y respetable familia Aráoz, y pudiendo aumentar los efectivos de sus fuerzas, Manuel Belgrano decidió que no era conveniente ceder todo el norte a los relistas y por propia iniciativa finalizó allí su marcha retrógrada. Apenas unas semanas después, el 24 de setiembre, los patriotas obtendrían un valioso triunfo en la batalla de Tucumán, derrotando a las fuerzas que venían persiguiéndolos al mando del general Pío Tristán, frenando así la penetración de los realistas en nuestro territorio.
Esta retirada del pueblo de Jujuy, significó una gesta sin precedentes, ya que la mayoría de los pobladores jujeños partidarios de la independencia, no dudaron en abandonar sus hogares, pertenencias y hacienda, marchando con mucho sacrificio por terrenos difíciles junto con las fuerzas patriotas y dejando al enemigo realista sin recursos.
Desde el punto de vista militar, al general Manuel Belgrano le cupo la responsabilidad de llevar a cabo con éxito una difícil retirada por terreno de montaña, recorriendo más de 300 kilómetros hasta llegar a Tucumán, evitando así que las fuerzas patriotas sean destruidas por un enemigo muy superior que venía en persecución y negando a éstos cualquier recurso que pudieran utilizar en su provecho. Este movimiento, generó las condiciones favorables para librar la mencionada batalla de Tucumán y la posterior batalla de Salta, triunfos que permitieron recuperar los territorios del norte para la causa patriota.
En la actualidad, el camino seguido por los patriotas hacia el sur (denominado Camino de las Postas), se encuentra recorrido desde Jujuy a Tucumán por el trazado de la Ruta Nacional Nro. 34 o Ruta Nacional Nro. 9, existiendo en su recorrido numerosas referencias que evocan la gesta que dos siglos atrás realizaron Manuel Belgrano con el valiente y abnegado pueblo jujeño en este heroico episodio de la gesta emancipadora.
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