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El Combate en la altura 234 «San Carlos»

El 21 de mayo de 1982 comenzó el desembarco británico en el estrecho de San Carlos. Un puñado de valientes de los RI 25 y 12 enfrentaron a los invasores, cumpliendo con su misión de dar alerta al comando en Puerto Argentino. Sin embargo, estos hombres fueron mucho más allá, resistiendo y escapando durante días de la persecución de las fuerzas especiales inglesas.

Por Sebastián Miranda[i]

El 13 de mayo el Tcnl Ítalo Piaggi recibió la orden del Comando de Brigada  a cargo del Grl Parada de desplegar una Compañía en el estrecho de San Carlos con el fin de proporcionar alerta temprana frente a posibles desembarcos enemigos.

El 15 de mayo la 3ra Sección de la Compañía “C” del RI 25 al mando del Tte 1ro C. D. Esteban y el Subt R. O. Reyes (42 hombres) fue enviada al estrecho de San Carlos como fuerza adelantada para informar sobre los movimientos de los británicos junto a una Sección del RI 12 mandada por el Subt José Vázquez (21 efectivos).

Juntos formaron el Equipo de Combate Güemes.Los infantes se acomodaron en dos helicópteros Chinook de la FAA y un Puma de la Aviación del Ejército y después de unos minutos de vuelo llegaron a destino relevando a los integrantes de la Compañía de Comandos 601.

El grupo del Tte 1ro Esteban se posicionó en Puerto San Carlos mientras que la Sección del Subt Vázquez lo hizo a 9 km en la denominada altura 234 contando con 2 morteros de 81mm y cañones sin retroceso de 105mm.

El 18 de mayo se realizó un nuevo relevo en la altura 234 quedando en el lugar el Subt R. O. Reyes, el Sarg Colque, el Cabo Godoy y los soldados Alarcón, Bergero, Cepeda, Clot, Freire, Moyano, Pesaresi, Vargas y Velásquez del RI 25 (Sección “Gato”) y el Cabo 1ro Torres, el Cabo Sánchez y los soldados Almirón, Aquino, Espinosa, García, Méndez, Rivero y Rojas del RI 12.

A las 00.30 hs del 21 de mayo la flota británica comenzó a ingresar al estrecho de San Carlos en medio de un silencio sepulcral. Una hora después los hombres del SBS al mando del Tte Comandante Ian Stanley despegaron de la cubierta del HMS “Antrim” en dos helicópteros Wessex y se posaron a unos 3000 metros a retaguardia de la posición argentina en la altura 234, al sudoeste de Fanning Head.

A la 01.45 el Subt R. O. Reyes divisó en la oscuridad la silueta de varios buques ingresando por el estrecho. Unos minutos después abrió fuego sobre los buques ingleses, a pesar de la enorme desproporción de fuerzas y que sin duda alguna el hacerlo delataría su posición y traería como consecuencia un diluvio de proyectiles sobre las posiciones propias.

Los hombres de Reyes no dudaron: ¡fuego!, ¡fuego!, ¡fuego!

La orden se repite, como en 1806, como en 1807, como en la Vuelta de Obligado y Angostura del Quebracho, ¡¡¡fuego contra el invasor!!!! Rápidamente se informó la situación a Puerto San Carlos y, como era esperable, un diluvio de fuego empezó a caer sobre los efectivos del Subt R. O. Reyes.

El soldado Diego Pesaresi dejó su testimonio sobre la dramática experiencia vivida:

        “El cañoneo fue intenso, muy fuerte. Nos reunimos todos para enfrentar la situación y seguir las órdenes del Subteniente Reyes. Combatimos mucho y por más que los ingleses no lo digan o lo quieran negar, allí tuvieron muchas bajas. El mismo Sargento Colque tiró hasta la última munición de sus morteros. Los ingleses no esperaban que estuviéramos ahí por eso nos tiraron con todo … pero les respondimos también”.[ii]

A las 03.20 los hombres del Subt R. O. Reyes habían agotado la munición y los cañones de 105 mm habían sido destruidos por el fuego de las fragatas por lo que ordenó el repliegue en dos columnas. Minutos después se comenzó a recibir fuego de armas portátiles provenientes de los efectivos del SBS que estaban esperando a los argentinos, generando heridas a los soldados Aquino y García.

Impedidos de continuar, el Subt R. O. Reyes los dejó a cargo del Cabo Godoy y atacó a los hombres del SBS impidiendo que aferraran a su tropa. Los británicos trataron de cercar a los argentinos pero no pudieron. Durante este juego del gato y el ratón el Sarg M. Colque (imagen) se adelantó en una de las colinas y no lo volvieron a ver. Un proyectil naval cayó cerca de él dejándolo aturdido, caminó desorientado durante tres días hasta ser capturado por los ingleses.

Mientras tanto el Cabo Godoy dejó a los dos heridos a cargo del Cabo Sánchez y se reunió con el Subt R. O. Reyes. Los conscriptos heridos y el Cabo fueron capturados por los británicos al poco tiempo. El resto de los hombres continuaron replegándose. La resistencia de los efectivos del Subt R. O. Reyes fue heroica, con apenas 20 hombres demoraron la operación de desembarco de la Armada Real durante 5 horas, haciendo frente a una fuerza desproporcionadamente superior.

Los valientes de la Sección “Gato” siguieron eludiendo los intentos británicos por capturarlos, confundiendo a los hombres del SBS y generándoles bajas:

        “(…) La patrulla que nos seguía fue atacada por los mismos ingleses matando a sus propias tropas, seguramente se habían confundido con nosotros”.[iii]

        “(…) Vimos como dos Secciones inglesas se cruzaron entre ellas. Una, la que nos seguía de cerca iba por debajo, por la planicie; la otra, que debía emboscarnos, estaba en la cima de un monte. No sé, seguramente ésta última no nos vio y confundió a la Sección que nos seguía con nosotros y los sacudió. Creo que no tuvo que haber quedado ninguno vivo”.[iv]

        “(…) Por lo menos los atacaron con 6 ametralladoras y fue un ataque de manual. Con una precisión asombrosa veíamos como saltaban los pedazos de turba alrededor de los cuerpos impactados de los infantes ingleses. Los estaban aniquilando, luego del fuego de las ametralladoras vino el fuego de morteros. Esta combinación de fuego terminó por completo con la patrulla. No tuvieron ninguna oportunidad. Se veía como trataban de salir de esa zona arrastrando a los heridos y ese caía también. Luego de 10 minutos aproximadamente, sobrevolaron la zona 3 helicópteros que aterrizaron y trasladaron rápidamente los cuerpos inmóviles de sus camaradas, de aquellos soldados que nos perseguían. En ese momento decidí no moverme de día hasta que saliera de la zona”.[v]

Los británicos desembarcaban más y más hombres, pero los efectivos de los Regimientos 12 y 25 no iban a rendirse. El Subt R. O. Reyes decidió intentar volver a Puerto Argentino. Empezó un durísimo repliegue, marchando de noche para evitar ser detectados, con la ropa empapada, casi sin comida, cambiando constantemente de posición y eludiendo a los británicos:

       “(…) En un momento dado un helicóptero inglés intentó descender casi encima de nosotros, tanto que a un compañero le arrebató el pasto con el que se camuflaba. En otro momento se los oía hablar a pasos nuestros. Teníamos una gran tensión tirados cara al cielo con el fusil en las manos sin poder movernos debido a la superioridad de ellos (…)”.[vi]

Los 11 hombres estaban en un territorio dominado por el enemigo, con frío y agotados. El 27 de mayo el Subt R. O. Reyes decidió hacer alto en una elevación rocosa donde se improvisó un refugio. Tres de sus hombres, el Cabo Godoy y los soldados Cepeda y Moyano se encontraban heridos, imposibilitados casi de caminar por el congelamiento que sufrían en los pies.

El oficial tomó una difícil decisión: dejar a los heridos en el refugio y ordenarle al soldado César Roberto Clot, el que estaba en mejores condiciones, caminar hasta encontrar a los británicos para que dieran asistencia a los heridos. El soldado cumplió con su misión pero los ingleses creyeron que se trataba de una trampa. Los heridos permanecieron en el refugio.

Mientras tanto el Subt R. O. Reyes continuó la marcha en procura de alcanzar las líneas propias con los 6 hombres que le quedaban. Llegaron a una casa donde por fin pudieron alimentarse con comida caliente. El 13 de junio, un día antes de la rendición argentina, se escuchó el ruido de helicópteros ingleses que aterrizaron cerca de la casa.

La infantería inglesa se aprestó para atacar a los argentinos y abrieron fuego. Sin posibilidad de resistir, el Subt R. O. Reyes ordenó la rendición. Habían pasado 21 días desde el combate en la altura 234, habían eludido a las mejoras tropas británicas generándoles bajas, habían demorado el desembarco de los ingleses.

Inmediatamente el oficial les preguntó si habían rescatado a los heridos, ante la respuesta negativa, pidió un helicóptero para ir a buscar a sus hombres. Ese mismo día fueron salvados y a pesar de sus graves heridas pudieron sobrevivir.

Bibliografía

ALARCÓN, José Luis. Sección Gato RI 25. Recuerdos de Malvinas, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2015.

CONSEJO SUPERIOR DEL ARMA DE INFANTERÍA. La Infantería Argentina en Malvinas. Fiel a su Historia, Buenos Aires, Consejo Superior del Arma de Infantería, 2013.

EDDY, Paul y LINKLATER, Magnus. Una cara de la moneda. La guerra de las Malvinas según la versión del The Sunday Times Insight Team de Londres, Buenos Aires, Hyspamérica, 1982.

EJÉRCITO ARGENTINO.  Informe oficial del Ejército Argentino. Conflicto de Malvinas, Buenos Aires, Ejército Argentino, 1983.

GIGLIOTTI, Carlos A. Bravo 25. Un puñado de valientes. La épica historia de la Compañía C del Regimiento de Infantería 25 en Malvinas, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2017.

MIRANDA, Sebastián. Mohamed Alí Seineldin, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2018.

TESTONI, José Luis. La Sección. Los elegidos, Córdoba, Tinta Libre, 2016.


[i] Licenciado y profesor de Historia, Subteniente de la Reserva del Arma de Infantería.

[ii] Testimonio del soldado Diego Pesaresi. En: GIGLIOTTI, Carlos A. Bravo 25. Un puñado de valientes. La épica historia de la Compañía C del Regimiento de Infantería 25 en Malvinas, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2017,  p. 140.

[iii] Testimonio del soldado José L. Alarcón. En: ALARCÓN, José Luis. Sección Gato RI 25. Recuerdos de Malvinas, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2015, p. 38.

[iv] Testimonio del soldado Diego Pesaresi. En: GIGLIOTTI, Carlos A. Op. cit., p. 299.

[v] Testimonio de Ricardo Oscar Reyes, Subt. en 1982. En: GIGLIOTTI, Carlos A. Op. cit., p. 300.

[vi] Testimonio del soldado José L. Alarcón. En: ALARCÓN, José Luis. Op. cit., p. 37.

Redacción

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