Argentina y Brasil en Haití Experiencias comparadas

Por el TC CARLOS MARÍA FRAQUELLI

Publicado en: MILITARY REVIEW   Cuarto Trimestre 2019

El despliegue brasileño en la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) constituyó un nuevo capítulo en la historia militar brasileña. En los trece años en que esta misión estuvo activa (entre junio de 2004 y octubre de 2017), Brasil desplegó más de 37 500 militares1. Con este efectivo, Brasil estuvo presente como contribuyente de tropas con un batallón de infantería (BRABAT) y una compañía de ingenieros (BRAENGCOY), más allá de despliegues en puestos individuales y dentro del estado mayor de la MINUSTAH, en donde además, durante toda la misión, el force commander (coman- dante de la fuerza) fue un general brasileño.

Si bien Brasil tenía antecedentes como país contribuyente de tropas en cuatro misiones bajo mandato de Naciones Unidas anteriores a MINUSTAH  (UNEFI entre 1957 y 1967 en el canal de Suez, ONUMOZ entre 1994 y 1995 en Mozambique, UNAVEM  III entre 1995 y 1997 en Angola y UNTAET/ UNMISET/UNMIT entre 1999 y 2012 en Timor Oriental), la magnitud de las tropas empeñadas y de las operaciones desarrolladas que significó la participación brasileña en MINUSTAH marcó un hito2. Este hecho solo es comparable con el envío en septiembre de 1944 de los 25 000 integrantes de la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB) que combatieron en la Segunda Guerra Mundial en el frente del Mediterráneo en Italia, junto a las fuerzas estadounidenses y británicas del 5o Ejército Americano, al mando del general  Mark Clark.

Para hacer una comparación, Argentina participó de MINUSTAH como contribuyente de tropas desde su creación en junio de 2004, enviando tres unidades: el batallón conjunto argentino, la unidad aérea argentina y el hospital militar reubicable. A partir de 2015, cuando hubo una reducción del componente militar de la misión, Argentina sólo continuó con el despliegue del hospital militar reubicable. Entre 2004 y octubre de 2017, fecha en que concluyó MINUSTAH y fue reemplazada por la Misión de las Naciones Unidas para el Apoyo a la Justicia en Haití (MINUJUSTH), misión que no posee componente militar, la Argentina desplegó más de 12 800 cascos azules3.

Luego del devastador terremoto del 12 de enero de 2010, y para hacer frente a sus trágicas consecuencias, tanto Brasil como Argentina incrementaron sus efectivos dentro de MINUSTAH. Argentina envió una compañía de infantería semiindependiente, que ocupó una base en la ciudad de Saint Marc, dentro del sector de responsabilidad ya asignado; mientras que Brasil envió un segundo batallón (BRABAT 2) que se estableció en Puerto Príncipe. Con los dos batallones, Brasil llegó a contar con más de 2100 efectivos militares en la misión4.

Pero, ¿a qué responde la presencia brasileña como principal país contribuyente con tal magnitud de tropas y asumiendo el liderazgo de la misión? Un estudio pormenorizado del tema sugiere: «La participación del Brasil en una fuerza de paz generó discusión en el país. Uno de los principales argumentos de los defensores de la iniciativa era el de colaborar con la ONU a fin de lograr un objetivo mayor: el asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas»5.

Cabe recordar que en 2004, Brasil pasaba por un momento de reconversión de sus estrategias en la ONU y «buscaba crecientemente asumir un papel de articulador de iniciativas multilaterales, un actor que necesitaba ser consultado por los demás», y fue así como los ámbitos de las Naciones Unidas «se convirtieron en un privilegio para el desdoblamiento de las ambiciones de la política exterior brasileña»6.

El liderazgo militar en MINUSTAH y la experiencia ganada por los comandantes

Otro aspecto relevante desde el punto de vista de la conducción del componente militar de la misión, era el acuerdo que señalaba que el país que tuviera desplegadas mayor cantidad de tropas, tendría el comando de la misión. Brasil se preocupó siempre de mantener ese lugar de liderazgo militar y es por ello que el cargo de force commander fue siempre ocupado por generales de ese país. «Después de las negociaciones con el Consejo (de Seguridad de la ONU), y también por tener el mayor contingente, el Brasil recibió el encargo de coordinación de la recién formada MINUSTAH…», de esta forma, «asumió un liderazgo estratégico para esa misión, principalmente en el aspecto puramente militar»7.

Brasil aportó doce generales para comandar el componente militar en Haití, desde junio de 2004 hasta octubre de 2017. Dos de ellos, el mayor general Urano Teixeira de Matta Bacellar y el teniente general José Luis Jaborandy Junior, morirían durante el ejercicio de sus funciones. El primero de ellos cometió suicidio en enero de 2006 y el segundo sufrió un ataque cardíaco cuando se dirigía a Brasil en uso de licencia en agosto de 2015» 8.

Dos generales de brigada argentinos, en cambio, ocuparon por un período cada uno, el cargo de segundo comandante de la fuerza (deputy force commander). Este puesto se iba alternando entre oficiales superiores de países que contribuían con cantidades significativas de tropas, como Argentina, Chile y Uruguay.

Los force commanders brasileños adquirieron una gran experiencia en el liderazgo estratégico y en la conducción de fuerzas multinacionales, que trascendería más allá de los ámbitos internacionales y los haría participes de la conducción de su propio país.

Entre ellos se destaca el general de ejército retirado Augusto Heleno Ribeiro Pereira (primer comandante de MINUSTAH), quien en 2019 fue designado para ocupar un ministerio.

Otro oficial superior que ocuparía un ministerio, es el general de división retirado Carlos Alberto Dos Santos Cruz, quien además de estar al frente de las fuerzas de MINUSTAH, se desempeñó como force commander de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) entre abril de 2013 y diciembre de 2015. La designación del general Dos Santos Cruz para comandar MONUSCO «fue hecha directamente por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en una tentativa de superar los desafíos de desmoralización de la institución en el Congo»9.

Con su experiencia de conducción de tropas en dos misiones, el general Dos Santos Cruz lideró  un equipo de trabajo que produjo un interesante informe titulado «Improving Security Of United Nations Peacekeepers: we need to change the way we are doing business», conocido como Cruz Report en inglés y Relatório Cruz en portugués. Este estudio sugiere medidas para reducir las muertes de los soldados de Naciones Unidas desplegados en misiones de alto riesgo en África, estimulando a los cascos azules a operar con iniciativa y  determinación.

Otro antiguo force commander de MINUSTAH, el general de ejército Edson Leal Pujol, sería nombrado comandante general del Ejército del Brasil a comienzos de 2019.

Si bien no fue posible la designación de un oficial superior argentino como comandante de MINUSTAH, los generales de este país han tenido valiosas experiencias a cargo de tropas de Naciones Unidas. Entre febrero de 1997 y diciembre de 1999, el general de división Evergisto Arturo de Vergara (quien había ocupado el cargo de segundo comandante del Sector Oeste en la Fuerza de Protección de las Naciones Unidas (UNPROFOR) entre 1993 y 1995 en la antigua Yugoslavia), se desempeñó como force commander de la Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre (UNFICYP). Esta misma misión sería comandada por el general de brigada argentino Rafael Barni entre marzo de 2006 y marzo de 2008.

Más recientemente, el general de brigada argentino Javier Antonio Pérez Aquino se desempeñó como jefe de observadores de la Misión de las Naciones Unidas en Colombia (UNMC). Mientras estuvo a cargo de esta misión política especial, desde junio de 2016 hasta setiembre de 2017, comandó 450 observadores que certificaron la entrega de 7132 armas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia  (FARC).

Finalizada su misión en Colombia, la presencia del general Pérez Aquino fue solicitada en octubre de 2018 por el presidente de Mozambique para estar al frente de un grupo internacional de observadores que tienen por propósito realizar el proceso de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) de la Resistencia Nacional Mozambiqueña10.

Para entender qué significa para un general de un país como Brasil o Argentina el desafío de desempeñarse como force commander de una misión de Naciones Unidas, basta con tener en cuenta lo expresado por el general Heleno:

Yo era un médico sin paciente. La misión de paz fue el paciente de mi carrera. Tuve la oportunidad de ir para una misión real, donde me sentí puesto a prueba. Coloqué en práctica casi todo lo que aprendí a lo largo de mi vida, principalmente en términos de trabajo con personas11.

Algunas particularidades de las áreas de operaciones

Puerto Príncipe. Las tropas del BRABAT se asentaron en Puerto Príncipe, capital haitiana con una población actual de más de 1 100 000 habitantes y que para el comienzo de MINUSTAH, en 2004, contaba con casi 750 000 habitantes. Esta ciudad presentaba todas las carencias imaginables de un país sumido en la extrema miseria. «Las construcciones precarias, la pobreza de la población, la confusión del tránsito, la falta de iluminación, todo trasmitía una sensación de inseguridad comparable a la de entrar en una favela paulista o carioca durante un apagón»12. Allí, las principales acciones, especialmente en los primeros años de la misión, se focalizaron en la pacificación de gigantescas favelas como Bel Air y Cité Soleil, en donde facciones armadas de criminales, partidarios violentos de líderes políticos y exmilitares ejercían mediante la fuerza el control territorial.

Controlar manifestaciones de pobladores violentos y descontentos, organizar elecciones y proporcionarles seguridad, operaciones de acción cívico-social (ACISO), fueron algunas de las muchas tareas cumplidas con éxito por los distintos contingentes brasileños en la zona de Puerto Príncipe y sus turbulentos alrededores, que se combinaron con acciones ofensivas de patrullas y de ocupación por la fuerza de zonas controladas por bandidos.

Las fuerzas brasileñas contaban con una ventaja fundamental: su previa experiencia en operaciones de garantía de la ley y el orden (GLO), en donde efectivos militares ya habían participado en combates contra traficantes y miembros del crimen organizado en muchas favelas brasileñas. No obstante eso, las tropas aprenderían valiosísimas lecciones en las calles y barrios marginales de Puerto Príncipe, que les servirían para perfeccionar sus técnicas para operar en las favelas de São Paulo y Río de Janeiro.

Mapa de Haití con su división política en departamentos
 

El clima tropical y subtropical de la mayoría del territorio brasileño se asemeja bastante a al clima haitiano, lo que hacía que el proceso de aclimatación de las tropas al ambiente fuera menos traumático.

Disponer de brasileños con ascendencia africana entre la sociedad y entre las tropas  brasileñas desplegadas facilitaba muchas veces la comprensión de la cultura haitiana y permitía lograr un acercamiento y un contacto más ameno y amistoso entre soldados y población local.

Un vehículo de las Naciones Unidas patrulla las calles del barrio del Bel-Air, en Puerto Príncipe, después del catastrófico terremoto que azotó Haití en 2010. El terremoto ocurrió a las 16:53 hora local (21:53 UTC) un martes, 12 de enero de 2010. Se estima que alrededor de tres millones de personas fueron afectadas por el terremoto y cerca de 280 000 edificios fueron seriamente dañados o destruidos. (Foto: Marcello Casal Jr/ABr, obra derivada: Diliff, Wikimedia Commons, CC BY 2.5)

Artibonite. Las tropas del batallón conjunto argentino se establecieron en la capital del departamento de Artibonite, en la ciudad de Gonaïves (al norte de Puerto Príncipe). Su base estaba ubicada al pie del monte Bienac, en una zona relativamente alta de la ciudad.

Gonaïves era la tercera ciudad haitiana en cantidad de habitantes después de Puerto Príncipe y Cap-Haïtien. Tenía una población de más de 300 000 habitantes cuando se estableció MINUSTAH; todo el departamento de Artibonite, superaba apenas el millón de pobladores, un 10 % del total de la población del país.

A diferencia de Puerto Príncipe (en donde se establecieron la unidad aérea argentina y el hospital militar reubicable), el sector de responsabilidad del batallón argentino se caracterizaba por ser rural, montañoso y de difícil transitabilidad. La carencia de vías de comunicación en estado aceptable de manteamiento era casi total. Para cubrir la distancia de aproximadamente 150 kilómetros que separaba a Gonaïves de Puerto Príncipe, los batallones que operaron al inicio de la misión tardaban más de doce horas empleando jeeps y camiones, tiempos que se incrementaban si durante el desplazamiento debían enfrentar algún bloqueo o acciones de fuerzas locales hostiles.

Los tiempos de desplazamiento hacían que alcanzar cualquier punto del área de  operaciones demorara horas, imponiendo a las patrullas salir con autonomía de munición, combustible, alimentos, apoyo sanitario y agua, y sobre todo, con la disposición mental de estar preparados para quedar aislados por tiempo indeterminado.

Los movimientos helitransportados no siempre eran posibles, debido a las condiciones meteorológicas adversas y a la geografía abrupta, que muchas veces imposibilitaba identificar lugares de aterrizaje con las mínimas condiciones de seguridad.

Además de todo esto, las amenazas de fuerzas hostiles conformadas por bandas criminales, exmilitares y opositores violentos eran moneda corriente, especialmente durante los primeros años de la misión. La particular geografía favorecía la acción de pequeñas fracciones, con capacidad de alterar el orden y luego desaparecer.

Los fenómenos climáticos tropicales también azotaban el área de responsabilidad argentina con bastante frecuencia y con mucha furia. Como parte del primer contingente, apenas instalados en su  incipiente base, los integrantes del Batallón Conjunto Argentino  1 (BCA 1) debieron soportar la fuerza del huracán Jeanne en septiembre de 2004, que fue el más letal de esa temporada que azotara el mar Caribe. La noticia llegó a los principales periódicos argentinos, como por ejemplo el diario Clarín, el cual señaló:

El paso devastador del huracán «Jeanne» dejó cerca de 600 muertos en Haití […]. La ciudad de Gonaïves, al norte del país, fue la más castigada por las enormes inundaciones. El 80 % de las viviendas quedaron bajo el agua el domingo, cuando «Jeanne» tocó tierra con toda su furia…13.

Las mismas fuerzas brasileñas consideraban a Gonaïves como la peor ciudad de Haití. Al menos eso daba cuenta un soldado brasileño al ser entrevistado por un periodista en oportunidad de concurrir al sector argentino en apoyo, llevando ayuda humanitaria luego del huracán Jeanne: «“Esto aquí es peor que Puerto Príncipe. Mucho peor”, pensó el infante Marcos al observar decenas de cuerpos tirados en las calles de Gonaïves, la mayoría de ellos ya cubiertos con sábanas»14.

Como si esto fuera poco, la ciudad de Gonaïves se caracteriza por ser la cuna de históricos movimientos revolucionarios. Se destacan entre ellos, la declaración de la independencia haitiana el 1 de enero de 1804, y más recientemente, varios movimientos sediciosos que influyeron en la crisis de 2004. Esto hacía que en la ciudad reinara permanentemente un clima de tensa calma, que no permitía que las fuerzas argentinas responsables de la seguridad y de la estabilidad de la región pudieran relajarse. La sensación era que la vida se desarrollaba en un ambiente de «normalidad», pero en cualquier momento podían congregarse grupos de cinco mil o más personas y producirse enfrentamientos, ya que el 80 % de la población se encontraba sin empleos formales.

Los centros de instrucción de operaciones de paz

Brasil. La participación masiva de tropas de Brasil en MINUSTAH, significó un desafío en cuanto a la preparación, instrucción y adiestramiento del personal que iba a ser desplegados en la misión.

En febrero de 2005, cuando Brasil estaba por desplegar su tercer contingente (de la denominada Brigada «Haití»), se creó el Centro de Instrucción  de Operaciones de Paz, con asiento provisorio en los cuarteles del 57o Batallón de Infantería Motorizado, en la Villa Militar en Río de Janeiro. Esta unidad se iba a constituir en la base del BRABAT que iba a ser desplegado en aquella rotación.

En 2006, se implementó el Ejercicio Avanzado de Operaciones de Paz, una ejercitación de dos semanas de duración, con la finalidad de evaluar al batallón de infantería y a la compañía de ingenieros antes de su partida  para Haití.

La evolución en la instrucción seguiría con la creación de diversos cursos destinados a capacitar a comandantes, jefes, miembros de estado mayor, y a impartir conocimientos relacionados con la coordinación cívico-militar (CIMIC), empleando instructores que volvían de MINUSTAH con valiosas experiencias y lecciones aprendidas en situaciones reales.

Finalmente, el 15 de junio de 2010, se crea formalmen te el Centro Conjunto de Operaciones de Paz del Brasil (CCOPAB) con la finalidad de centralizar la preparación de militares, policías y civiles brasileños y de naciones amigas que deban ser enviados a misiones de paz, encargándose además de la instrucción de desminado humanitario.

Brasil consideró de suma importancia el carácter eminentemente terrestre que presentan las operaciones militares de paz. Es por ello que el CCOPAB es una organización militar vinculada directamente al Ministerio de Defensa, pero permanece subordinado al Ejército Brasileño, a través de la 1a División de Ejército (Divisão Mascarenhas de Moraes). La unidad está vinculada al Comando de Operaciones Terrestres (COTER) a los efectos del planeamiento, orientación y supervisión de las actividades de instrucción y adiestramiento, como así también al Departamento de Educación y Cultura a los efectos de la orientación técnico-pedagógica. El centro tiene su sede en la misma Villa Militar en Río de Janeiro.

De todas maneras, la creación del CCOPAB «posibilitó que las lecciones antes destinadas principalmente al Ejército fuesen vislumbradas como referencia en el ámbito del Ministerio de Defensa y aplicadas tanto para la Marina del Brasil como para las tropas de la Fuerza Aérea»15. El CCOPAB materializó, entonces, el carácter conjunto en la instrucción y el empleó de las fuerzas brasileñas en misiones de paz. «Se puede afirmar que la participación de tropas brasileñas en la MINUSTAH forzó una evolución en el entrenamiento de las Unidades designadas para Haití. Luego, la creación del CCOPAB fue una consecuencia natural de ese proceso. Las lecciones aprendidas en el terreno fueron analizadas y aplicadas en la preparación, influenciando en la creación de nuevos cursos»16.

Patrulla brasileña sobre vehículo blindado de transporte de personal EE-11 Urutu Foto: Sargento Mache, Ejército Brasileño, Centro de Comunicación Social del Ejército

Argentina. Argentina comenzó a participar en misiones de paz en 1958, cuando envió los primeros cuatro observadores del Ejército Argentino al Grupo de Observación de las Naciones Unidas en el Líbano (UNOGIL).

Pero fue en la década de 1990 cuando incrementó su participación en operaciones militares de paz, enviando tropas y no solamente observadores militares, constituyéndose estos despliegues masivos en un elemento fundamental de su política exterior.

En 1992, se inició el envío de tropas a la misión UNPROFOR. Como parte de esta misión, se desplegó en Croacia y otros países de la ex Yugoslavia el Batallón Ejército Argentino (BEA), unidad que estaba compuesta por más de 800 efectivos y que se mantuvo en la misión hasta su finalización en el año 1995. Al mismo tiempo, en 1994, comenzó el despliegue de la Fuerza de Tareas Argentina (FTA) en la misión UNFICYP. Esta fuerza enviada a la isla de Chipre constituía un elemento conjunto con alrededor de 400 efectivos. Actualmente, permanecen desplegados en dicha isla del Mediterráneo unos 240 militares argentinos como parte de la FTA reducida y de una unidad aérea argentina de helicópteros (UNFLIGHT).

Argentina alcanzaría un máximo histórico de más de 1400 efectivos militares y policiales desplegados en misiones de paz en 1994, la mayoría de los cuales conformaban el BEA en UNPROFOR y la FTA en UNFICYP.

Ante la necesidad de capacitar e instruir a las tropas argentinas que iban a participar en misiones de paz, se creó el 27 de junio de 1995 el Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz (CAECOPAZ), siendo pionero en Sudamérica y con asiento en Campo de Mayo. «El objetivo era crear una institución de carácter regional, especializada en el entrenamiento del personal militar para participar en los procedimientos operacionales de la ONU»17.

Para 2004, cuando se iniciaba el despliegue de los primeros contingentes en MINUSTAH, el CAECOPAZ contaba con casi diez años de funcionamiento en el ámbito conjunto de las Fuerzas Armadas argentinas. Su personal de instructores tenía experiencia real de participación en misiones de paz de las más variadas. Antes de partir para Haití, los distintos contingentes completaban un período de tres semanas en CAECOPAZ, en donde se constituía la Zona de Reunión Final (ZRF), realizándose actividades administrativas, logísticas, de instrucción y ejercitaciones prácticas en el terreno.

Los comandos de contingente

Brigada «Haití» brasileña. La estructura inicial de las tropas que Brasil envió a MINUSTAH estaba constituida por la Brigada Haití. En 2005, esa gran unidad de combate fue reducida y los elementos brasileños presentes en la misión quedaron compuestos por el batallón de infantería (BRABAT) y la compañía de ingenieros (BRAENGCOY). El BRABAT asimiló dentro de su organización un agrupamiento operativo de fusileros navales, un elemento de infantería de marina compuesto por más de 230 soldados.

Con la extinción de la Brigada «Haití», los elementos brasileños pasaron a subordinarse directamente al force commander de MINUSTAH. Esta reducción se debió principalmente a que no se pudo constituir una brigada como tal, ya que nunca se produjo la llegada de las tropas de los otros países que se habían comprometido a completar su formación. Su disolución fue acorde a «la necesidad de una de cadena de comando más ágil»18.

Efectivos del Batallón Brasileño realizando actividades de patrullaje por las calles de Puerto Príncipe. (Foto: Sargento Mache, Ejército Brasileño, Centro de Comunicación Social del Ejército)

Contingente conjunto argentino. Además de las tres unidades puestas a disposición de MINUSTAH (batallón conjunto, unidad aérea y hospital militar reubicable), Argentina instaló en Puerto Príncipe, un elemento de comando.

Dicho elemento de comando estaba integrado por casi 20 personas, entre oficiales y suboficiales. Estaba a cargo de un jefe de contingente (oficial superior), quien disponía de un segundo jefe y contaba además con oficiales de personal, informaciones, materiales, comunicaciones y finanzas. Su organización se asemejaba a un pequeño estado mayor coordinador.

Se instaló prácticamente al comenzar la participación argentina en la misión y se mantuvo operativo hasta el año 2015. Fue replegado cuando por motivos de la reducción de efectivos del componente militar de MINUSTAH, Argentina retiró de Haití el batallón conjunto y la unidad aérea. Este elemento estaba fuera de la cadena de comando operacional de MINUSTAH, por lo que  el

force commander se entendía directamente con cada uno de los jefes de las unidades argentinas respecto a impartición de directivas, órdenes de operaciones y misiones particulares.

Al requerir constantemente informes y reportes, el comando del contingente conjunto argentino generaba una carga extra de trabajo burocrático en las unidades que debían desviar esfuerzos para satisfacer dichos pedidos.

Este comando constituyó un elemento híbrido y fuera de toda orgánica de Naciones Unidas. Su presencia atentó contra la agilidad en la transmisión de órdenes, te- niendo además poca propensión a solucionar los proble- mas logísticos y de personal para lo cual supuestamente había sido creado, sin mencionar los gastos innecesarios que su despliegue y funcionamiento ocasionaron.

Altos estándares de conducta y disciplina de las tropas

Las tropas de Argentina y de Brasil cumplieron con los más altos estándares de conducta y disciplina durante el tiempo que estuvieron desplegados en Haití.

Prueba de ello es que no se registraron ante las oficinas de MINUSTAH con competencia en estos temas, denuncias sobre inconductas o casos de abuso y explotación sexual (SEA) que involucren a militares argentinos o brasileños. Además, los seguimientos estadísticos que publica oficialmente y mantiene actualizados Naciones Unidas muestran que ningún soldado argentino o brasileño ha sido acusado, ni investigado por algún tema disciplinario mientras estuvo en desarrollo MINUSTAH, ni en ninguna otra misión de Naciones Unidas.

Cabe recordar que Naciones Unidas adoptó y man- tiene en vigencia una política de «tolerancia cero» para casos de SEA. Esta política «establece que la explotación sexual y el abuso por personal de Naciones Unidas está prohibida y cada transgresión tendrá consecuencias»19. Es por ello, que tanto las tropas argentinas como brasileñas reciben una adecuada instrucción sobre estos temas durante los períodos de predespliegue en sus centros de instrucción en CAECOPAZ y en CCOPAB.

También durante la permanencia de los contingentes en el área de misión se realizaron varios cursos, seminarios y jornadas tendientes a temas relacionados con la disciplina, la conducta y la prevención de casos de SEA. Pero sin duda lo más importante, tanto para las fuerzas argentinas como para las brasileñas, ha sido la acción de mando en todos los niveles de la conducción y la calidad de los oficiales y suboficiales que integraron los contingentes, quienes la mayoría de las veces adoptaron las medidas preventivas y correctivas adecuadas desde los más bajos niveles, evitando así que se cometan faltas graves o delitos. Fueron 13 años (desde junio de 2004 hasta octubre de 2017) de presencia argentina y brasileña en MINUSTAH sin ningún caso oficialmente denunciado de SEA o de faltas de conducta graves.

Las bajas entre el personal militar y sus principales causas

Tanto para Argentina como para Brasil los motivos por los cuales se produjeron bajas de cascos azules guardan similitudes, marcando la diferencia el  terremoto de magnitud 7.0 del 12 de enero de 2010, que tuvo su epicentro a 15 kilómetros de Puerto Príncipe y mató más de 300 000 personas.

Al enfrentarse con personal hostil, bandas criminales, exmilitares o manifestaciones de pobladores descontentos, las tropas de MINUSTAH recibían disparos de armas portátiles y lluvias de proyectiles de los más variados tipos y tamaños, entre los que predominaban las piedras. Esto produjo varios heridos con armas de fuego y gran cantidad de contusos.

Otro factor que produjo bajas entre el personal militar fueron las enfermedades. Entre ellas, algunas enfermedades tropicales como el dengue, la malaria y la fiebre chikungunya. Como dato ilustrativo, cabe señalar que el Batallón Conjunto Argentino 19, desplegado en 2014, tuvo que soportar una epidemia de fiebre chikungunya que afectó a 77 de sus integrantes (18 % de su efectivo), pero ningún caso requirió repatriación. La enfermedad del cólera no afectó mayoritariamente a las tropas de MINUSTAH, sino más bien, hizo estragos entre la población local. En algunos contingentes se produjeron casos de enfermedades raras y afecciones psicológicas que requirieron repatriación de personal, pero fueron situaciones excepcionales.

Se registraron también bajas por accidentes de tránsito, siendo este un aspecto crítico durante todo el despliegue de la misión. A la falta de respeto por las normas de tránsito, se sumaba el estado de deterioro y precariedad de calles, caminos y rutas de todo el país. Esta falta de mantenimiento vial, además de potenciar los peligros en la conducción de vehículos, producía el desgaste prematuro en los sistemas de rodamiento, amortiguación, frenos, dirección y neumáticos de los automotores militares, aumentando así el riesgo durante los desplazamientos. Lamentablemente hubo víctimas fatales entre las tropas de MINUSTAH por accidentes e incidentes viales.

Argentina tuvo que lamentar 3 militares y 1 gendarme muertos en operaciones en MINUSTAH. Los cascos azules argentinos que ofrendaron su vida durante el cumplimiento de la misión fueron: el cabo primero del Ejército Argentino Rodolfo Agustín López (fallecido el 14 de febrero de 2009), el suboficial mayor de la Fuerza Aérea Argentina Eduardo José Bustamante (fallecido 27 de enero de 2009), el cabo primero de Gendarmería Nacional Gustavo Gómez (fallecido el 12 de enero de 2010) y el cabo segundo de la Armada Argentina Héctor Daniel González (que pereció el 21 de noviembre de 2014). De ellos, solo el efectivo de Gendarmería Nacional falleció como consecuencia del terremoto.

Brasil, en cambio, tuvo 24 muertos durante el desarrollo de la misión. La gran mayoría de ellos, unos 18 cascos azules, murieron víctimas del terremoto al colapsar los edificios de Casa Azul, Fuerte Nacional y el Cuartel General de MINUSTAH. El resto de las víctimas fatales fueron los 2 force commanders ya mencionados y otros 4 militares que ofrendaron sus vidas en distintas circunstancias en el cumplimiento de la misión.

Consideraciones finales

En los párrafos anteriores se analizaron varias de las experiencias obtenidas por las tropas de Argentina y Brasil, que tuvieron un papel muy destacado dentro del componente militar de MINUSTAH, permitiendo hacer uso del poder militar como importante herramienta dentro de la política exterior.

El despliegue en Haití dejó varias experiencias y enseñanzas, entre las que se deben remarcar las siguientes: la cantidad de efectivos militares movilizados por los dos países y la variedad de unidades (batallones de infantería, compañía de ingenieros, unidad aérea y hospital reubicable) empeñadas en operaciones; el liderazgo  y la conducción ejercidos por los generales brasileños al mando de las fuerzas multinacionales; los distintos problemas militares operativos que supieron resolver con acierto y eficiencia las unidades argentinas y brasileñas en sus respectivos sectores de responsabilidad; la buena conducta de las tropas evidenciada en la ausencia de casos de SEA y de faltas graves de disciplina; el sacrificio y el valor demostrado por los soldados argentinos y brasileños que no dudaron en ofrendar sus vidas en cumplimiento de sus deberes militares y el rol cada vez más protagónico que asumieron los centros de instrucción y adiestramiento para operaciones militares de paz en la preparación de los contingentes, sistematizando y estandarizando su instrucción y adiestramiento.

MINUSTAH significó para Brasil en 2004 lo mismo que UNPROFOR fue para Argentina en 1992. Estas misiones abrieron las puertas para efectuar los grandes despliegues de contingentes de tropas, proyectaron las fuerzas militares de dichos países, pusieron a Argentina y Brasil en posiciones de liderazgo regional respecto a las OMP y significaron una nueva forma de hacer política de relaciones exteriores para los respectivos Estados.

Tanto para Argentina como para Brasil, el despliegue de contingentes de tropas en MINUSTAH y en otras misiones bajo mandato de Naciones Unidas trae una gran cantidad de beneficios en muchos aspectos. Perfeccionamiento doctrinario y reequipamiento de  las fuerzas, prestigio nacional dentro del sistema ONU, participación en nuevos ambientes operacionales, crecimiento personal y profesional para los militares  de todas las jerarquías, inversiones y generación de empleos en la industria de la defensa (provisión a las tropas de vestuario, armamento, munición, repuestos, etc.) y proyección del país hacia escenarios internacionales son solamente algunos de ellos.

MINUSTAH también mostró como las fuerzas armadas sudamericanas pueden trabajar con armonía en operaciones de paz multidimensionales combinadas, alcanzado buenos resultados. La interoperabilidad, no sólo entre Argentina y Brasil, sino también entre casi todos los países de Sudamérica, fue un aspecto muy positivo que nos deja el despliegue en Haití.

Desde el punto de vista eminentemente militar,  las operaciones en Haití constituyeron un laboratorio de pruebas en donde el personal militar pudo aplicar sus conocimientos, extrayendo valiosas enseñanzas en todas las áreas de la conducción (personal, inteligencia, operaciones, logística, asuntos civiles), tanto a nivel táctico como a nivel operacional.

Los ejércitos argentinos y brasileño ejercieron  un rol de liderazgo entre las fuerzas armadas de sus respectivos países en el desarrollo de las operaciones en MINUSTAH. Esto se debió fundamentalmente a dos factores: primero, a que la mayoría de los efectivos empeñados fueron de estas fuerzas y segundo, por más que la operación se desarrollara en una isla, la naturaleza de las acciones militares (a nivel táctico) fue eminentemente terrestre. Las tropas argentinas y brasileñas adquirieron en sus años de despliegue en el asolado país caribeño una serie de conocimientos fundamentales sobre OMP multidimensionales. Ese know how (saber cómo hacer las cosas), que cuesta caro en dinero, sudor y sangre, se perderá con rapidez si no se participa de este tipo de operaciones con continuidad. Es por eso, y por todos los beneficios que se enunciaron anteriormente, que Brasil ya piensa en futuros despliegues en África, siendo muy probable que en breve comience a organizar una fuerza para ser desplegada entre fines de 2019 y mediados de 2020 en la República Democrática del Congo o en la República Centroafricana.

No cabe duda alguna que cualquier futuro despliegue que realicen las tropas argentinas o brasileñas en misiones de paz estarán influenciados por la experiencia gana- da en MINUSTAH, misión que en Brasil es calificada, no sin fundamentos, como «um caso de sucesso».

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