Por Sebastián Miranda[i]
El 28 de mayo de 1982 la sección “Bote” del RI 25 se batió heroicamente en el combate de Darwin contra fuerzas de elite británica. El sacrificio del teniente Roberto Néstor Estévez y sus hombres se convirtió en un modelo de las virtudes del infante argentino
El 27 de mayo los británicos comenzaron a atacar las posiciones de la Fuerza de Tareas Mercedes en Ganso Verde con mayor intensidad, los días previos las instalaciones habían sido constantemente bombardeadas. Durante las primeras horas de la mañana se produjeron enfrentamientos entre las patrullas de exploración de ambos bandos.
A las tres de la mañana del 28 de mayo la compañía “A” del RI 12 al mando del Tte 1ro J. Manresa comenzó a colapsar atacada por la Compañía “B” del 2do Batallón de Paracaidistas. El Tcnl Ítalo Piaggi intentó aliviar la presión enemiga y recomponer el frente.[i]
Para ello empleó la Primera Sección de la Compañía “C” del RI 25, la “Bote”, al mando del Tte R. N. Estévez que partió al frente de los bravos de la Compañía “C” en busca del enemigo. Iba a la cabeza de la columna, y era seguido por los Cabos Mario Rodolfo Castro, Roberto Jorge Zárate y Miguel Ángel Ávila. A las 5 de la mañana del día 28 llegaron a Casa Boca cerca del cementerio de Darwin entrando en combate con los efectivos del la Compañía “A” del Regimiento 2 de paracaidistas ingleses, unidad de elite del Ejército Británico compuesta por unos 150 hombres a los que se sumaron los de la “B”.
La Compañía “D” marchaba detrás de la “B” que habían combatido contra los del RI 8 al mando del Subt. R. G. Aliaga sufriendo fuertes bajas. El Tte R. N. Estévez ordenó a los hombres del RI 12 que quedaban en el sector ayudarlo a reorganizar la defensa. Apenas habían comenzado a ocupar las posiciones, varios de los hombres se encontraban todavía al descubierto, cuando empezó el combate sobre una pequeña elevación del terreno llamada Darwin Hill que les daba ventaja a los argentinos, eran cerca de las 08.00.
Los británicos avanzaron confiados. El choque fue sumamente violento ya que el volumen de fuego recibido fue inmenso, pero los efectivos del RI 25 lograron estabilizar el frente deteniendo por completo a los paracaidistas:
“(…) La Sección BOTE fue sorprendida fuera de las posiciones. Muchos fueron heridos por las esquirlas. Una vez más, el enemigo lanzó su ataque sobre las posiciones argentinas. Se intensificó un nutrido fuego de ambos lados; el combate se transformó en un infierno. El Tte. ESTÉVEZ fue herido en un brazo. Con su radio, reglaba el fuego de la propia artillería de campaña, mientras que su tropa era impulsada al combate por medio de su voz y de su ejemplo”.[ii]
El Tte. R. N. Estévez recorría las posiciones organizando a sus hombres que respondían brillantemente, fruto de la instrucción recibida. Los proyectiles de la artillería argentina caían muy cerca de los argentinos por lo que Estévez, con una herida en una pierna y el brazo izquierdo que le quedó destrozado, le ordenó al soldado Fabricio Carrascul que buscara una radio que estaba en una posición cercana. El valiente conscripto salió a cumplir la misión y fue abatido por los británicos. Finalmente otros soldados pudieron llegar a la posición de Estévez con la radio que le permitió reglar el tiro de la artillería propia dirigida por el Tte. 1ro. C. Chanampa:
“La efectividad del tiro la comprobaba mediante la información que me llegaba de los elementos de Infantería que constantemente me daban la ubicación de la propia tropa, del enemigo y del sector del terreno que estaba batiendo. Se destacó en esta actividad el Teniente de Infantería ESTÉVEZ (…)”.[iii]
A pesar de sus heridas, el Tte R. N. Estévez disparaba su FAL con el brazo sano y seguía dando órdenes a sus hombres. Recurrimos a un testimonioque explica el diálogo del Tte Estévez con sus subordinados:
“- Cabo Castro, me hirieron en la pierna, pero no se preocupe, continuaré reglando el tiro de la artillería- gritó, sin titubear, el Teniente Estévez.
– Enfermero, rápido, atienda al Teniente- ordenó Castro, con un grito.
– Me pegaron de nuevo, esta vez en el hombro. Cabo Castro, no abandone el equipo de comunicaciones y continúe dirigiendo el fuego de artillería… – fue su última orden; un certero impacto en la cara, quizás de un tirador especial, lo desplomó sin vida (…)”.[iv]
Antes de morir, el Tte. R. N. Estévez protegió al soldado AOR Sergio Rodríguez, testigo directo de los dramáticos sucesos:
“El Teniente Estévez estaba recorriendo las posiciones, gritando órdenes de derecha a izquierda, todo esto, repito bajo el terrible fuego enemigo. Al salir del pozo contiguo al mío recibió dos balazos en el brazo y pierna izquierda, respectivamente. Tambaleándose llegó al pozo donde yo me encontraba. Este valeroso oficial, sin preocuparse de sus propias heridas me preguntó por las mías pues yo estaba ensangrentado. Le contesté que podía arreglármelas. Estévez tomó un FAL y comenzó a disparar luego, por radio estuvo dando nuevas órdenes. Mi MAG la tomó otro soldado del 12 y abrió fuego contra el enemigo (…). Estévez, lo repito, sin importarle sus heridas tomó el caso del soldado muerto del 12, me lo colocó en mi cabeza, para protegerme, ya que nosotros usábamos boinas verdes y eso no protege nada ante una bala o una esquirla. En ese momento recibió un nuevo balazo en el pómulo derecho y se desplomó pesadamente a mi lado. Tratamos de auxiliarlo y le oímos decir algo que nadie entendió, y luego expiar (…)”.[v]
En otro pozo de zorro fue alcanzado el Cabo Mario Rodolfo Castro. Otro de los suboficiales que cayó en combate fue el Cabo Miguel Ángel Ávila.Lejos de terminar la lucha, los leones del RI 25 continuaron el combate deteniendo a los paras que pensaron que se encontraban peleando contra un regimiento completo. Esto demostró la formación que habían tenido: muerto su oficial superior y varios suboficiales, los soldados siguieron peleando. Con sus fuerzas rechazadas después de tres ataques y tres horas de combate, con un número considerable de bajas, el Tte. Cnl. H. Jones, Jefe del 2 PARA decidió avanzar. Muy pocos de sus hombres lo siguieron, cayendo muertos dos de ellos al iniciar el ataque. Momentos después el Tte. Cnl. H. Jones fue abatido por los disparos de la MAG del soldado AOR Oscar Ledesma (imagen) mientras intentaba tomar una trinchera ocupada por efectivos del RI 12:
“La fuerza de la primera ráfaga hace que el inglés dé un medio giro en el aire y quede tendido en el terreno con los pies en mi dirección. Ahí tuve una fracción de segundos, donde el tipo en el suelo comenzó a gritar y manotearse la cintura, por lo que creíamos que tenía alguna granada, levanto la MAG y vuelvo a descargarle otra vez”.[vi]
El 2 PARA trastabilló, la noticia de la caída de su Jefe, conmocionó todo el frente y la ofensiva de se detuvo. En el mismo pozo donde se encontraba el AOR O. Ledesma, estaba el AOR Nelson Gerardo Huircapan que fue herido por una esquirla de un cohete. Valientemente, O. Ledesma dejó la MAG para auxiliar a su compañero, después de comprobar que la herida era leve reabrió el fuego junto al AOR Jorge Osvaldo Testoni que conversaba y hacía chistes (estaban en la misma posición el Sarg. 1ro. Jumilla Buenaventura, el Sarg. 1ro. Alcides Estigarribia y un soldado del RI 12).
Dijo el conocido estratega y filósofo chino Sun Tzu Cuando quieras saber como te fue en la guerra, pregúntale a tu enemigo. Tomando el relato de un oficial inglés, Clive Livingstone, los periodistas Max Hastings (acompañó como reportero a las tropas británicas durante los combates) y Simon Jenkins escribieron:
“De pronto, al romper el día, el balance de la batalla se inclinó bruscamente en contra de los ingleses. Estaban atrapados en terreno abierto, con el único refugio completamente al flanco, y un enemigo preparado para el combate de frente. Los servicios de informaciones habían comunicado especialmente que las posiciones argentinas eran a cielo descubierto. En realidad, sus trincheras tenían sólidos tejados, y los informes sobre una guarnición desmoralizada y desganada parecían sin fundamento. Tantas mentiras que se nos dijeron acerca de que no querían pelear, y están peleando como leones. Un impresionante fuego de mortero y artillería caía sobre las compañías de paracaidistas desplegadas en el istmo (…). Incluso un soldado conscripto podía ser un combatiente formidable contando con munición ilimitada y disparando desde posiciones bien preparadas, mientras que los paracaidistas padecían de falta de munición (…)”.[vii]
Días antes de partir hacia las islas Malvinas, el Tte R. N. Estévez dejó en manos un oficial una carta que en caso de que él muriera, debía ser entregada a su padre, cosa que finalmente ocurrió:
“Sarmiento, Chubut, 27 de marzo de 1982.
Querido papá:
Cuando recibas esta carta yo ya estaré rindiendo cuentas de mis actos a Dios Nuestro Señor. Él, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en el cumplimiento de mi misión. Pero fijate vos: ¡qué misión! ¿No es cierto? ¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todos destinados a recuperar las islas Malvinas y restaurar en ellas nuestra soberanía? Dios, que es un Padre generosos ha querido que éste tu hijo, totalmente carente de méritos, viva esta experiencia única y deje su vida en ofrenda a nuestra Patria.
Lo único que quiero pedirles a todos es: 1) Que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo; 2) Que me recuerden con alegría; y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza; y muy importante: 3)que recen por mí.
Papá: hay cosas que un día cualquiera, no se dicen entre hombres, pero que hoy debo decírtelas: gracias por tenerte como modelo de bien nacido, gracias por creer en el honor, gracias por tener tu apellido, gracias por se católico, argentino e hijo de sangre española, gracias por ser soldado, gracias a Dios por ser como soy y que es el fruto de ese hogar donde vos sos el pilar.
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo.
Dios y Patria ¡O muerte! Roberto”.
Muerto el Tcnl. H. Jones, se hizo cargo del 2 PARA el My Chriss Keeble que reorganizó a sus hombres y tras recibir refuerzos, municiones, apoyo aéreo y naval reinició el ataque. Los hombres de la Sección “Bote” del Tte. R. N. Estévez seguían combatiendo, pero las bajas sufridas y la escasez de munición hicieron que el volumen de fuego disminuyera considerablemente. Esto permitió a los paracaidistas ir tomando una a una las trincheras argentinas que se quedaban sin munición y barrer con fuego de lanzacohetes y misiles Milán a las que aún resistían.
Los efectivos fueron llevados a la retaguardia, varios de ellos heridos. A la madrugada fallecieron los soldados AOR Horacio Giraudo y Arnaldo Zavala. Junto con los bravos del RI 25 cayeron también varios de sus camaradas del RI 12: Cabo 1ro. José Luis Ríos; los Cabos Mario Castro y Luis Miño y los Soldados Gabino Ruíz Díaz, Ireneo Mendoza, Ireneo Maciel, Alberto Moschen, Rubén Horacio Gómez y Carlos Osyguss.
Durante casi cuatro horas, el reducido número de efectivos de la Sección “Bote” junto a sus hermanos del RI 12 detuvo el avance de dos Compañías de fuerzas de elite británicas, matando al Jefe del regimiento y produciéndole importantísimas bajas.
Tomados prisioneros, la actitud de los hombres de los Regimientos 12 y 25 despertó la admiración de los enemigos:
“(…) Rod Bell, infante de marina intérprete, estaba fascinado viéndolos rezar sus oraciones en la oscuridad quebrada por las llamas de las hiniestas encendidas, dirigidos por un joven subteniente baleado en una pierna y con una herida de metralla en un ojo. Algunos estaban arrodillados, otros tenían rosarios. Ambas partes eran conscientes de ser sobrevivientes de una experiencia mortífera (…)”.[viii]
Varios de los hombres de la sección “Bote” recibieron condecoraciones: el Tte R. N. Estévez fue condecorado (post mortem) con la Cruz “La Nación Argentina al heroico valor en combate”, la más alta otorgada por la Argentina.
El AOR Domingo Álamo recibió la medalla “Al mérito militar” por: “Combatir heroicamente concentrando sobre sí el fuego enemigo permitiendo con su actitud el repliegue total de su grupo”.
Los AOR Oscar Ledesma, Diego Morano y Jorge Testoni recibieron las medallas “Al esfuerzo y la abnegación”. Los tres fueron condecorados por: “Combatir con denuedo y eficacia ocasionando serias bajas al enemigo conteniendo su ataque”.
El Cabo Mario Rodolfo Castro y el AOR Fabricio Edgar Carrascul fueron destinatarios, post mortem, con la medalla “Al valor en combate”.
Los AOR Daniel Alejandro Ambroggio, José Luis Bracamonte, Armando Raúl Orellana, Ítalo Rubén Quiroga, Sergio Daniel Rodríguez, Orando Javier Ruffino con la medalla “Al herido en combate”.
Los AOR Lorenzo Giraudo y Arnaldo Enrique Zavala con la medalla “La Nación Argentina al muerto en combate”.
Bibliografía
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CONSEJO SUPERIOR DEL ARMA DE INFANTERÍA. La Infantería Argentina en Malvinas. Fiel a su Historia, Buenos Aires, Consejo Superior del Arma de Infantería, 2013.
COSTA, Eduardo José. Guerra bajo la cruz del sur, Buenos Aires, Hyspamérica, 1988
EDDY, Paul y LINKLATER, Magnus. Una cara de la moneda. La guerra de las Malvinas según la versión del The Sunday Times Insight Team de Londres, Buenos Aires, Hyspamérica, 1982.
EJÉRCITO ARGENTINO. Informe oficial del Ejército Argentino. Conflicto de Malvinas, Buenos Aires, Ejército Argentino, 1983.
FUNDACIÓN SOLDADOS. Así peleamos. Malvinas. Testimonios de veteranos del Ejército, Buenos Aires, Fundación Soldados, 2006.
GIGLIOTTI, Carlos A. Bravo 25. Un puñado de valientes. La épica historia de la Compañía C del Regimiento de Infantería 25 en Malvinas, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2017.
HASTINGS, Max y JENKINS, Simon. La batalla por las Malvinas, tercera edición, Buenos Aires, Emecé, 1984.
MIRANDA, Sebastián. Mohamed Alí Seineldin, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2018.
TESTONI, José Luis. La Sección. Los elegidos, Córdoba, Tinta Libre, 2016.
TÉVEZ, Oscar. Malvinas. La batalla de Pradera del Ganso, Buenos Aires, Ediciones Argentinidad, 2010.
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[i] Licenciado y profesor de Historia, Subteniente de la Reserva del Arma de Infantería. [ii] La Compañía “A” había perdido más de la mitad de sus efectivos. COSTA, Eduardo José. Guerra bajo la cruz del sur, Buenos Aires, Hyspamérica, 1988, p. 354. [iii] Testimonio de Oscar Ernesto Peluffo, Subt. en 1982. En: AUTORES VARIOS. Malvinas: relatos de soldados, Buenos Aires, Círculo Militar, 1985, p. 31. [iv] Testimionio de Carlos Alberto Chanampa, Tte. 1ro. en 1982. En: AUTORES VARIOS. Malvinas: relatos de soldados. Op. cit., p. 24. [v] SEINELDIN, Mohamed Alí. Malvinas un sentimiento, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p. 139. [vi] FUNDACIÓN SOLDADOS. Así peleamos. Malvinas. Testimonios de veteranos del Ejército, Buenos Aires, Fundación Soldados, 2006, pp. 271-2. [vii] Testimonio del soldado-AOR Oscar Ledesma. En: TESTONI, José Luis. La Sección. Los elegidos, Córdoba, Tinta Libre, 2016, p. 175. [viii] HASTINGS, Max y JENKINS, Simon. La batalla por las Malvinas, tercera edición, Buenos Aires, Emecé, 1984, pp. 254-255. [ix] HASTINGS, Max y JENKINS, Simon. Op. cit., p. 272.