Muerte en Combate del Soldado Edmundo Sosa

Por Sandro ROJAS FILÁRTIGA

Aspectos extraídos del libro MEMORIAS DE UN COMBATE

CATALINA SOSA – Madre de Edmundo Sosa

“No se puede expresar en palabras lo que significa perder un hijo”

Edmundo nació cuando yo tenía 16 años, fui mamá muy jovencita. Cuando mi hijo tenía dos años me fui a trabajar a Buenos Aires y él se quedó con mi mamá.

Desde allá, le ayudaba en todo y lo venía a ver cada vez que podía. Estuve poco tiempo viviendo en Buenos Aires y regresé para instalarme definitivamente en Formosa.

Acá hizo solamente la primaria, no pudo hacer secundaria, él quería entrar al Colegio Nacional pero en ese momento se entraba por sorteo, no tuvo la suerte que le toque ingresar, entonces se puso a trabajar, hacia trabajos de electricidad junto a un señor de nombre Ángel.

Era fanático del ciclismo, corría carreras de bicicletas. Sonrío al recordar el día que Edmundo iba ganando una carrera, desde atrás un amigo le grita que afloje porque ya ganaba entonces redujo la velocidad y su amigo lo pasó y le ganó la carrera, se enojó tanto por eso que revoleo la bicicleta, son cosas que hoy recuerdo con nostalgia.

Antes de cumplir los 18 años se fue a trabajar a Buenos Aires con mi cuñado en una fábrica metalúrgica en el Partido de Almirante Brown.

Cuando le llegó el momento de hacer la conscripción regresó, eso fue en diciembre, vino a pasar con nosotros las fiestas y ya se quedó. Tenía muchas ganas de hacer el servicio militar.

Mi cumpleaños era el 13 de febrero. Acá siempre se usaba hacer serenatas para los cumpleaños, entonces él me regaló una. Cuando salgo para ver había un montón de amigos que lo acompañaron esa noche. Mi hijo me dio un abrazo y me dijo “Feliz cumpleaños vieja”. En ese momento no nos dábamos cuenta pero éramos tan felices!!!

Una vez que mi hijo entra al servicio militar le presentó una nota al subteniente Massaferro explicando que era hijo único y sostén de madre. El subteniente le dijo que no se preocupe, que se iba a ir en la primera baja.

El sábado vino a almorzar y me anunció que el domingo iba a cubrir la guardia a un compañero, no tenía que estar ese día, pero le dio el lugar para que vaya a hacer unas changas a Clorinda y dejar unos pesos a su familia.

El domingo, a la hora de la siesta, me fui a la casa de mi mamá que vivía en el centro.

A las seis de la tarde aproximadamente viene un vecino y me dice que me va a llevar hasta mi casa porque habían atacado el Regimiento.

A la mañana siguiente, sin tener ninguna noticia aun, me voy con mi hija que era bebé al Distrito Militar. Me encuentro con un pariente mío y le pregunto por mi hijo, me dice que no lo había visto, en realidad ya sabía que lo habían matado pero no se animo a decirme nada.

Llegué al Regimiento, estaban los diez cajones, mi mamá ya estaba ahí.

Me cuentan que lo habían matado junto a Massaferro. Le tiraron a quemarropa, le sacaron la mitad de su cabeza.

Fue increíble lo que sucedió aquella tarde. Formosa era un lugar tranquilo, de mucha paz. No había robos.

Cuando los Soldados ingresaban al Ejército sabían que podían morir por la bandera, por la Patria pero uno nunca pienso que eso puede suceder

El sentimiento y el dolor están muy metidos en mi corazón.

No se puede expresar en palabras lo que significa perder hijo. Ahí se pierden todas las esperanzas, las ilusiones y todo lo que había soñado para él.

*Fragmentos del Capítulo perteneciente al libro MEMORIAS DE UN COMBATE de Sandro Rojas Filártiga.

Si deseas comunicarte con el autor podés enviar un correo electrónico a: memoriasdeuncombate@gmail.com

Asimismo el libro es complemento del documental LOS VALIENTES DE FORMOSA